Conectados, eficientes, autónomos, limpios, sostenibles. En la última década la industria del automóvil ha avanzado tecnológicamente lo que no había progresado en todo el siglo XX. Evolución que ha derivado en numerosas oportunidades de mercado.
Los inversores se postran ya a las previsiones más halagüeñas —un 55% de cuota para coches híbridos y eléctricos en 2025— y los emprendedores se lanzan a la innovación para un sector presionado por las regulaciones medioambientales y la escasa rentabilidad por unidad.
Ahora, frente a un futuro completamente incierto, los fabricantes y proveedores de la industria comienzan a perfilar las innovaciones más importantes que abrirán los espacios de crecimiento empresarial y financiero de la próxima década.
Por todo ello hoy, en MÁSMÓVIL Negocios, queremos repasar las últimas novedades tecnológicas del sector, y las distintas oportunidades que se presentan para emprendedores e inversores.
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¿Qué es el coche inteligente?
El apellido “smart” ha llegado a multitud de industrias como sinónimo de modernidad, pero en cada sector simboliza unas tecnologías u otras. En el caso de los automóviles, hace referencia, no solo a la autonomía, sino también a la interactividad holística del Internet de las Cosas.
En menos de medio siglo, los fabricantes dieron el salto de la seguridad pasiva a la seguridad activa, convirtiendo los asistentes de mantenimiento de carril, los controladores de velocidad y el resto de sistemas en un denominador común.
Este avance, ahora se está viendo complementado por la electrificación y la hibridación para reducir las emisiones por un lado, y por la incipiente conducción autónoma en pos de la seguridad vial.
Durante las próximas décadas la industria, además de seguir profundizando en estas tendencias, comenzarán a entender el automóvil como un centro de transmisiones capaz de interactuar con el entorno y el conductor.
Son los llamados Vehicle to Car (V2C), Vehicle to Vehicle (V2V) y Vehicle to Everything (V2X); enfoques todos ellos que abandonan la concepción de transporte tradicional para derribar las barreras entre hardware y software.
De acuerdo con Global Market Insights, la integración de la IA y sus algoritmos en la automoción se traducirá en dos ramas de innovación principales:
- Deep Learning para entrenar redes neuronales capaces de reaccionar a la misma velocidad que los conductores.
- Procesamiento de lenguaje natural (PLN) para desarrollar sistemas permeables a las dinámicas cambiantes del tráfico.
“Probablemente abarcará varios sistemas en torno al vehículo que actualmente se supervisan mediante sensores y se controlan a través de las ECU”, apuntan. Será una mejora cualitativa a todos los niveles.
“La introducción del aprendizaje automático en estos sistemas permitirá realizar inferencias que, a su vez, darán lugar a vehículos más eficientes, un menor coste de mantenimiento y una mayor vida útil”.
Ahora bien, el sector, sensible a la variación de costes, deberá reinventar todos sus procesos. Las arquitecturas tradicionalmente descentralizadas, deberán abandonar el enfoque de “silos” para acercarse a una disposición nuclear desde la que se procesarán todos los datos.
Del Machine Learning al Deep Learning
No se ha de confundir el coche conectado con el coche inteligente. El primero ya está en pleno desarrollo, y es el que se verá favorecido a corto plazo por el 5G y el resto de tecnologías existentes.
El segundo en cambio no será un automóvil asociado a determinados complementos. Se fabricará desde cero como un coche inteligente, con lo que eso supone a nivel de arquitectura y desarrollo.
Y en ese sentido, los fabricantes irán abandonando el lento Machine Learning, para dejarse llevar por el complejo pero preciso PLN.
Este último “es más fácil de implementar porque no requiere ni características ad hoc ni un amplio conocimiento de dominio para mejorar la calidad de sus resultados”, apunta Mark O’Donnell, ADAS Marketing Manager en NXP Semiconductors.
Las redes resultantes permitirán planificar rutas y predecir trayectorias, clasificar objetos y señales, supervisar al conductor dentro del habitáculo, y hasta gestionar el tren motriz en términos de adherencia.
Para todo ello, sin embargo, habrá que esperar. “La IA suele desarrollarse y desplegarse en sistemas con un acceso casi ilimitado a los recursos de procesamiento y memoria”, añade Ali Osman Ors, Director de Estrategia de NXP Semiconductors.
“Para que la IA se adentre en el sector de la automoción, los desarrolladores necesitan una forma de optimizar los modelos de aprendizaje profundo para los sistemas integrados con recursos limitados”.
¿Por qué es interesante para empresas e inversores?
Más allá de promesas y expectativas tecnológicas, el coche inteligente representa una gran oportunidad para empresas e inversores por los pronósticos que arrastran de cara a los próximos años.
De acuerdo con un informe de Statista, para 2030 uno de cada diez coches ya serán autónomos, y su mercado moverá en torno a 13.700 millones de dólares en todo el mundo.
Solo el mercado de las plataformas de conducción autónoma (ADAS) se multiplicará por seis en el próximo lustro, hasta los 36.000 millones. Este, responsable del mencionado PLN, fomentará el consecuente crecimiento del mercado de los sensores y semiconductores.
Para la consultora P&s Intelligence, esto generará una bolsa de actividad valorada en nada menos que 58.000 millones de dólares de cara al final de la década.
¿Significa eso que el coche inteligente es una apuesta segura? No exactamente. Los fabricantes tendrán que superar muchos retos de fabricación, y especialmente notables reticencias en la vertiente del consumo.
Y es que, en la actualidad casi el 90% de los conductores desconfía de la seguridad proporcionada por el coche autónomo, y siete de cada diez consideran que están demasiado expuestos a los posibles ciberataques de hackers.
Volcarse hacia el coche inteligente es, como otras tantas innovaciones de mercado, un riesgo cuyo ROI depende de numerosos factores. Pero dar el paso hoy, podría suponer grandes ventajas en el futuro.
Oportunidades para emprendedores
Las fabricantes más importantes del mundo están ya invirtiendo grandes cantidades de capital en el desarrollo del coche inteligente: casi 30.000 millones de dólares en 2018. A Waymo —la pionera propiedad de Alphabet que comenzó a trabajar en 2006— ahora le siguen otras tantas empresas.
En 2018 Cruise, la filial de General Motors logró cerrar una ronda de financiación de 3.400 millones de dólares para desarrollar sus propias herramientas. Para entonces, las startups ya habían alcanzado una inyección acumulada de 27.500 millones.
Para emprendedores de corte tecnológico interesados California, Pekín y Hamburgo se han convertido en grandes centros de testeo para vehículos autónomos. Solo en 2019, entre Uber, Apple, Toyota, Waymo y GM acumularon más de 3 millones de kilómetros de pruebas.
La multinacional germana Bosch, anunció recientemente la creación de una división específica (Cross-Domain Computing) con 17.000 empleados para fabricar computadoras de vehículos, sensores y unidades de control.
Daimler AG —a la que pertenece Mercedes-Benz—, por su parte, está trabajando en Drive Pilot, un sistema semiautónomo que permite al conductor realizar multitasking mientras el automóvil mantiene el control por carretera.
De ahí, que para las startups existan numerosas oportunidades para entrar en el mercado como proveedoras de tecnología específica para las arquitecturas y los softwares que las principales marcas ya están desarrollando.
Oportunidades para inversores
Los desarrollos requieren capital, y es ahí donde pueden encontrar oportunidades los inversores. Aunque la mayoría de startups están financiadas por empresas privadas de Venture Capital, ya están empezando a surgir otros fondos de inversión especializados.
Así por ejemplo, en 2018 el fondo Global X presentó el ETF DRIV, dedicado únicamente a la inversión en “Autonomous & Electric Vehicles”. En su estrategia diversificación ya aparecen empresas como Waymo, Mobileye (Intel), NVIDIA, Toyota, Microsoft, Samsung o incluso Cisco.
Lejos de ella está la ETF EKAR de Innovation Shares, que mantiene posiciones distribuidas entre Estados Unidos, Europa y Asia Pacífico, a través de las mismas empresas y otras cercanas al sector tecnológico-automovilístico.
En 2019 BlackRock lanzó el fondo cotizado iShares Electric Vehicles and Driving Technology, especializado en fuentes de energía sostenibles para el transporte, e interesante para carteras ESG.
“Las reglas del juego son estas: apostar no solo por la cadena de suministro, sino también por la cadena de valor, donde está habiendo excelentes activos de interés”, valora George Saffaye, director de estrategia global en Mellon.
Este fondo mantiene posiciones en Splunk y Ansys —dedicadas a la implementación de software—, Yandex NV, STMicroelectronics, Twilio, o la ya mencionada Alphabet.. “No vemos a un ganador, sino a varias empresas grandes con muchas oportunidades de crecimiento”.
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