Existiendo una notable consciencia de los efectos que la alimentación tiene sobre el bienestar de los trabajadores, no todas las empresas logran concretar medidas efectivas para promover el estilo de vida deseado.
Clichés, políticas demasiado blandas, falta de compromiso a largo plazo. Muchas son las causas que desdibujan la cuestión alimentaria de las organizaciones, dejándolas en meras anécdotas.
En los últimos años, sin embargo, han aparecido varias estrategias, que, alejadas del magufería habitual en el relato prescriptor de falsos dietistas, están llamando la atención de los gestores.
Hoy en MÁSMÓVIL Negocios celebramos el Día Internacional de la Alimentación tratando de desgranar una de las más populares: la dieta cetogénica. ¿Es válida para la empresa?
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Una sola obsesión: la productividad
La iluminación, el ruido, la temperatura, la ergonomía del mobiliario, la duración de las jornadas. En las últimas décadas las empresas han desarrollado todo tipo de técnicas para proteger la salud de los trabajadores.
La teoría dice que el bienestar conduce a la motivación, y que esta, acompañada por un liderazgo transformacional y una cultura de respeto y conciliación, logra reforzar la productividad y obtención de resultados.
Todo ello es lo que lleva a miles de negocios en todo el mundo a preocuparse por la alimentación como un factor de influencia más.
"Muchos trabajadores empiezan su jornada laboral habiendo desayunado únicamente un café, lo que provoca que tengan menos energía y que el rendimiento intelectual sea menor durante todo el día", explican desde Deusto Salud.
A esto se suma la tendencia de reducir o eliminar la hora de comida. "Eso hace que mastiquen menos y coman más rápido, lo que provoca que se ingiera más comida de la necesaria ya que el cerebro no recibe señales de saciedad hasta veinte minutos después de empezar a comer".
La teoría atiende a la lógica y a una necesidad —menos del 20% de la población consume frutas, verduras y legumbres tres veces a la semana— pero en la práctica, pocas organizaciones logran traducirla en programas efectivos.
¿Qué es la dieta cetogénica?
También conocida como "Keto", la dieta cetogénica consiste en reducir paulatinamente la ingesta de todos los nutrientes que aportan glucosa a la sangre. En este caso, el organismo busca una fuente alternativa de energía: las cetonas.
La desaparición de carbohidratos —y en menor medida proteínas— se va sustituyendo por grasa saludable. Esta misma es la que utilizará el hígado para generar cetonas y que sirvan como nuevo combustible.
Para ello se establecen unos porcentajes estrictos de consumo para el valor calórico total:
- Grasas: entre un 60 y 70%.
- Proteínas: entre un 15 y 25%.
- Glúcidos (carbohidratos): menos del 10%.
Es decir, que la dieta cetogénica sustituye a los carbohidratos por las grasas como principal fuente de energía, con los consecuentes beneficios en forma de reducción de peso: el cuerpo consume grasa 24 horas al día.
Ahora bien, la cetosis —el estado metabólico de este proceso— no solo revierte en una reducción de los michelines. Y es ahí donde aparece el atractivo para las empresas.
La gran ventaja nutricional de la dieta cetogénica
Menos ansiedad y apetito, más energía, mejora del colesterol, la diabetes y la presión arterial. Sin existir un consenso general en el campo profesional sobre la dieta cetogénica, de base sus efectos ya resultan atractivos.
De acuerdo con datos de la OMS, la combinación de una buena alimentación y ejercicio diario puede llegar a aumentar la productividad un 20%. La dieta cetogénica, por su parte, repercutiría en:
- Una mejora de la concentración.
- La reducción de la neblina y obnubilación mental.
- El refuerzo y soporte general del estado de ánimo y el humor.
Estos efectos se detectan en todos y cada uno de los individuos que se someten a la cetogénesis, pero sí en algunos de ellos. Lo que ya alimenta de interés estratégico la dieta.
Comunicar, planificar y actuar en la empresa
La dieta cetogénica es compleja y su adherencia está comprometida; requiere de un gran compromiso por parte de los interesados para ser seguida a lo largo del tiempo. Además, no es recomendable adoptarla sin seguimiento profesional.
Todo esto provoca que sea difícil de implementar en los planes y políticas de las empresas. Que las recomendaciones en torno al azúcar y las grasas hidrogenadas disten de ser válidas para promover la cetogénesis.
¿Cómo pueden actuar los gestores? En este caso la organización podrá trabajar un plan de comunicación interna cíclico y coherente; con ponencias de profesionales, envío de circulares y medidas de actuación concretas.
Lo más importante es que esta alimentación no sea impuesta al trabajador. Ya no solo porque la empresa incurriría en una ilegalidad, sino porque se perjudicaría gravemente la confianza entre jerarquías. En ese supuesto, además, ante cualquier efecto secundario, la compañía llegaría a ser entendida judicialmente como responsable.
La dieta cetogénica no es apta para todas las personas, ni todas las personas que son aptas desean seguirla. Todo avance logrado por parte de la organización en su adopción podría ser beneficioso para la productividad.
Las empresas deben tener en cuenta que existen muchos caminos y estrategias para mejorar el ambiente y la productividad desde la alimentación, y que la cetogénesis es solo uno de ellos.
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