Inteligencia Artificial, Big Data, Machine Learning, Internet de las Cosas. Las novedades derivadas de la digitalización del tejido empresarial siembran el terreno ideal para que florezca el Síndrome del Objeto Brillante.
De acuerdo con un estudio de IDC Research, para el año 2027 el 75% de las organizaciones europeas ya se habrán transformado digitalmente. A término de este 2020 más de la mitad de las empresas estarán inmersas en un proceso relacionado.
¿Cuántas de estas compañías tienen el conocimiento suficiente como para navegar en el terreno desconocido de lo digital?
Hoy en MÁSMÓVIL Negocios desgranamos un mal silencioso del que apenas se habla y al que se relaciona con numerosos proyectos fracasados.
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El peligro de la novedad
El ser humano necesita por naturaleza cambiar cada cierto tiempo. Probar nuevas experiencias y exponerse a situaciones desconocidas. Es lo que nos hace desarrollarnos y evolucionar.
La novedad induce al cerebro a generar dopamina; un neurotransmisor responsable del placer, con importantes efectos adictivos.
En psicología, se entiende a la "Novelty Seeking" como un rasgo de la personalidad relacionado con la obsesión por el encuentro de estímulos novedosos. Así, las personas que poseen esta "Búsqueda de la novedad" suelen ser impulsivas cuando deben tomar decisiones.
Tal y como recoge el estudio "A psychobiological modelo of temperament and carácter", los afectados habitúan a ser "extravagantes hacia el logro de recompensas, tendientes a evitar la frustración y perder rápido el temperamento".
En un rango más leve se habla de "Síndrome del objeto brillante" a la afección que impide prestar atención a lo realmente importante cuando se interpone un estímulo novedoso.
Síndrome del objeto brillante
En un contexto de gran dinamismo, en el que cada año aparecen decenas de productos y técnicas nuevas, las empresas están muy expuestas al Síndrome del Objeto Brillante.
Cuando un emprendedor se lanza a desarrollar un proyecto, sin tener todo el conocimiento sobre la industria o el sector correspondiente, es muy probable que termine tomando decisiones en base a sesgos personales.
Esto es, que se deje llevar por los atractivos de la última vanguardia, en lugar de analizar su situación y escoger aquellas herramientas o servicios mejor adaptados a sus necesidades.
En 2020 la distribución todavía indica que las empresas digitalizadas o en proceso de estarlo, están muy relacionadas con la tecnología; no están adaptándose, sino desarrollando sus competencias ya adquiridas.
A medida que vayan pasando los años más y más organizaciones tradicionales se irán sumando al fenómeno de la Transformación Digital. En muchos casos obligadas por los nuevos ritmos de competitividad.
Estas empresas serán más proclives a dejarse llevar por las tendencias, y por tanto, quedar bajo los efectos del Síndrome del Objeto Brillante.
Eso sí, cuantos más errores de gran calado salgan a la luz, menos proyectos estarán al alcance de este mal. Las organizaciones que se vayan sumando a la disrupción tendrán más referencias para evitar guiarse por impulsos.
Precaución y planificación
La herramienta más efectiva para evitar caer en la tentación de la novedad pasa por los datos. Si ha de existir una obsesión, es la relacionada con la monitorización y el estudio del contexto.
No sorprende que, según el artículo "Digital strategy: The four fights you have to win" de la consultora McKinsey, los gerentes desinformados sean más proclives a emprender inversiones impulsivas y alejadas de la generación de valor real.
"Es probable que hagan inversiones digitales fragmentadas, superpuestas o de menor escala", sostienen. "Que emprendan iniciativas en el orden equivocado, o que se salten medidas clave que permitirían a los proyectos más avanzados ofrecer resultados".
Luchar contra la ignorancia no es solo una cuestión genuina de los más implicados con el desarrollo económico, sino también un interés manifiesto de los líderes digitales más avezados.
No basta con escuchar
Jugar en el mercado digital no solo implica mantenerse actualizado con los avances tecnológicos y los movimientos de la competencia. La innovación, el I+D, está muy relacionado con la incidencia del Síndrome del Objeto Brillante.
"Tener solo una comprensión correctiva de las tendencias y tecnologías se ha convertido en algo peligroso", apunta la consultora. Cuando la novedad es propia, la tendencia obsesiva se reorienta a nivel interno, y los efectos de esta se tornan únicamente positivos.
Ser el referente de un servicio, herramienta o actividad, implica ejercer de imán para otras empresas. Así los afectados por el síndrome serían los demás.
¿Qué pasa con los emprendedores?
Los jóvenes y no tan jóvenes que se atreven a invertir gran parte de su patrimonio para crear un proyecto están muy expuestos al atractivo de la novedad.
Salvo que existan bussiness angels u otro tipo de figura de referencia conocida, el emprendedor se rige por su propio conocimiento y por la información obtenida del estudio de mercado.
Deudas, escasa rentabilidad, falta de apoyo. Muchas pueden ser las causas del fracaso, y entre ellas está el silencioso Síndrome del Objeto Brillante.
Eurostat constata que el 47% de los emprendedores sin asalariados fracasan al término del tercer año. Ese porcentaje se eleva hasta el 62% cuando se cumplen cinco años desde el punto de partida.
No existe una fórmula del éxito empresarial, pero los expertos coinciden en apostar por los datos, la estrategia y la planificación para huir del constante ruido que genera la Transformación Digital.
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