El relato idealista no es capaz de maquillar la dura realidad a la que se está enfrentando el ecosistema emprendedor. De las casi 68.000 empresas que echaron el cierre en 2020, el 99,7% tenían menos de 50 empleados.
La pandemia ha endurecido los obstáculos tradicionales de estos empresarios, elevando a la categoría de quimérico obtener financiación, encontrar socios estratégicos o entrar en determinados mercados.
La actividad de los fondos de inversión no se detuvo —rebosantes de liquidez acumulada—, pero sí cambio de rumbo dotándose de criterios más estrictos y difíciles de cumplir para las startups.
Los 1,1 millones de euros reflejados en el contador final de Bankinter y El Referente para la línea de meta del ejercicio, no se correspondían así del todo al trasunto diario de escollos.
Y es que, el capital se está repartiendo entre más proyectos, pero en menor cuantía. Esta tendencia supone un golpe fatal para un mercado que ya venía dependiendo de los ahorros particulares, y que depositaba todas sus esperanzas en los más resilientes.
¿Qué solución existe? Aunque el frente de la financiación todavía no da visos de solucionarse, los expertos ya manejan ciertos consejos para superar los errores más habituales de las startups, ahora afilados por la crisis.
Hoy en MÁSMÓVIL Negocios recogemos los más importantes, y tratamos de marcar un camino de supervivencia para aquellos emprendedores que quieran seguir el camino de Glovo, Devo o Flywire.
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Si te relajas pierdes
Observas los datos y te desalientas. No eres el único. En 2018 Spain Startup South Summit revelaba que un 15% de los proyectos originados en nuestro país fracasan antes de cumplir los 12 meses de vida.
Cuanto más lejos se pone la mirada, peores son las expectativas: solo un 5% de las startups españolas sobreviven hasta los 5 años. Eso explica porqué el tejido peninsular tiene una edad media inferior a los 2,5 años.
Ver cómo la competencia y los socios se quedan por el camino no es, desde luego, una ayuda para defender la resiliencia que dio origen a la semilla de tu proyecto. Pero resulta que esta es la clave para perseverar en el tiempo.
Habitualmente se tiende a pensar en el éxito como una “bala dorada”; un alineamiento puntual de la suerte y el talento, que depende más del azar que del mérito. Al hablar de Facebook, Twitter o Microsoft tendemos a embriagarnos con una épica más que tóxica.
La realidad es que los emprendedores que aciertan a la primera son los menos. La edición del Mapa del Emprendimiento del 2020 cifra en el 62% la cantidad de valientes españoles que lo son en serie. Es decir, que han triunfado en reiteraciones posteriores.
Emprender por primera vez supone jugar con una probabilidad de fracaso del 56%. Ese peligro se reduce a un atractivo 8% cuando hablamos de segundos, terceros o incluso cuartos intentos.
Fantasmas interiores
Relacionado con lo anterior, ¿por qué entonces existe tanto miedo al fracaso? Es una cuestión cultural.
“Una de las principales características de la cultura emprendedora en Estados Unidos es el reconocimiento al fracaso”, explica Enric Serradell-López, profesor de la UOC.
“En España iniciar y cerrar proyectos fracasados es una señal de debilidad. En cambio, en Estados Unidos demuestra que se tiene un perfil dinámico e innovador que suma positivamente en el currículum".
Los datos, no obstante, demuestran que desafiar las críticas y los estigmas revierte en grandes beneficios; ya sea volviendo a arriesgar para emprender, como echarse atrás cuando un negocio pierde su proyección.
Adaptarse o morir
Dar con una buena idea de mercado es casi tan complicado como salir ganador de la lotería jugando un solo boleto. Es normal que, cuando da con ella, el emprendedor tienda a autoengañarse para defenderla a toda costa.
La crisis, sin embargo, ha demostrado que la adaptación estratégica es el ingrediente básico para sobrevivir en tiempos de cambios e incertidumbre. Pero cuidado, la reorientación no es sinónimo de renuncia.
Reorientarse no implica abandonar los propósitos originales que dieron forma a la startup en un principio, sino amoldarlos al nuevo contexto socioeconómico. Es algo que bien han aprendido las empresas dedicadas al turismo durante el pasado 2020.
Hay que saber diferenciar entre la resiliencia y la cerrazón: si el producto o servicio no tiene demanda, es momento de pararse y estudiar el origen del desajuste.
“En la mayoría de casos esto se produce por la ausencia de conversaciones, entrevistas y validaciones con los potenciales clientes que hay en la calle”, apuntan desde el marketplace de emprendimiento, Ufounders.
De acuerdo con una encuesta de Failory, la vanidad que invita a desentenderse de las críticas y los consejos está detrás del 34% de los fracasos de las startups.
"Por mucho que puedas tener la tecnología, las métricas, la experiencia y unos muy buenos advisors, si no eres capaz de resolver un “pain point” de forma escalable y repetible, no vas a tener éxito".
Cuidado con los idus de marzo
Quienes te han llevado al éxito también pueden empujarte hacia el fracaso. Julio César lo comprobó de la peor forma cuando saboreaba uno de los mejores momentos de su vida, y muchos emprendedores lo descubren a la hora de lidiar con sus primeros obstáculos.
Que un socio haya colaborado activamente con la consecución de la startup y con sus primeros pasos, no implica que vaya a estar alineado con los propósitos del resto del equipo en el momento de tomar decisiones importantes.
“Cuando estés creando una red de contactos y tratando de encontrar personas cuya visión se alinee con la tuya, sé directo. Pregúntales por sus objetivos y comparte los tuyos”, recomiendan desde la germana Mantro.
CB Insight sitúa este factor —la elección incorrecta del equipo— como el tercero más importante en el fracaso de los emprendedores: un 23% de los proyectos acaban en la papelera por cuestiones relacionadas.
Las desavenencias pueden generarse tanto por motivos personales como por situaciones profesionales. De hecho, los expertos coinciden en la necesidad de tener en cuenta las especificaciones técnicas del sector para buscar socios debidamente capacitados.
No es oro si no se vende como tal
“Más allá de conocer su público objetivo, una de las habilidades más importantes de un negocio exitoso es saber cómo captar la atención de este para poder convertirlo en clientes reales”, indican en Business Insider.
El estudio de Failory sitúa al marketing como el principal motivo de fracaso del 22% de las startups forzadas a cerrar. De nada sirve tener una buena idea, si esta no llega al target para que la conozca.
Para asegurar que la estrategia de marketing es la correcta, lo más adecuado pasa por actuar a corto plazo y siempre en pequeñas dimensiones. Si las acciones y los mensajes funcionan, entonces podrán escalarse junto al crecimiento de la empresa.
Este error aparece en la octava posición del ranking de BI, copando el 14% de los casos que terminan en fracaso. “La falta de estrategias y canales puede hacer que nuestro proyecto no llegue a ser conocido ni por nuestros ‘early adopters’”.
Y no, no siempre tiene que ver con las ventas. Una mala comunicación puede deberse a lacras en el frente de los intangibles: crear o reforzar valores de marca, generar engagement con los clientes o transmitir ciertos ideales.
Echar a correr sin zapatillas
Se habla constantemente de ello e incluso se predica sin barrer la casa propia. ¿Qué es exactamente un modelo de negocio? Muchas startups no lo saben a juzgar por los datos de los estudios.
Para BI el 17% de los emprendedores fracasan por no poseer uno. “Permanecer aislados en un solo canal, desatender las cuestiones financieras, o no encontrar formas de ganar dinero a medida que se va creciendo puede alejar a los inversores”.
En no pocos casos el fundador tiene una idea de gran valor, pero desconoce cómo traducirla en una estrategia rentable para generar ingresos. No hay olvidar que el modelo de negocio es precisamente eso: saber cuánto dinero se puede ganar y cómo se hará.
Desde Harvard Business Review ofrecen una serie de cuestiones que pueden ayudar a las startups a encontrar las respuestas necesarias para formar sus propios moldes de crecimiento:
- ¿Quién es el cliente?
- ¿Qué valora el cliente?
- ¿Cómo hacemos dinero en este negocio?
- ¿Cuál es la lógica económica que explica cómo podemos ofrecer valor a los clientes a un coste apropiado?
El trabajo no termina una vez se encuentra el modelo de negocio: los cambios en el mercado obligan a revisionar constantemente para no perder la alineación con los intereses de los stakeholders.
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