La paralización de la economía ha golpeado, pero no a todos por igual. Quienes tenían más recursos se han aprovisionado con sus reservas, y las empresas más flexibles se han adaptado con mayor facilidad. ¿Es este el caso de la microempresa?
Aunque la recesión se ha cebado especialmente con los autónomos y las pymes, lo cierto es que el crecimiento previo de estos modelos, reflejan su practicidad en un contexto económico tan particular como el del mercado español.
Hoy en MÁSMÓVIL Negocios hacemos un repaso a la definición de microempresa, y ponemos en perspectiva el impacto de la crisis sobre ellas para especular sobre cuál será el motor de la recuperación.
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Víctimas de una crisis única
La pandemia se ha interpretado como una recesión más desde ámbitos académicos, pero lo cierto es que sus efectos no se pueden comparar con ninguna otra crisis de la historia del capitalismo.
Esto explica por qué las pymes, y concretamente las microempresas —figuras a caballo entre la pyme y el autónomo— se han visto tan afectadas por la ausencia de consumo y, por tanto, de liquidez.
"No es igual la capacidad que tiene la pyme de aguantar unos meses que la de una mediana o gran empresa, y eso se va a ver ahora", explicaba recientemente Mercedes Pizarro, directora de economía del Círculo de Empresarios.
Un estudio elaborado por el Ministerio de Economía en 2017 dictaminó que España obtendría un 3,35% de PIB adicional al año si el tamaño medio de las empresas nacionales se equiparara con la media europea.
Las estimaciones durante el más de marzo situaban el número de cierre de pymes sobre el medio millón, pero esa previsión ya se ha superado, sin existir una cifra real y consecuente del fenómeno.
"Ahora no es el momento, pero se tenía que haber implantado planes para fomentar fusiones y el aumento del tamaño empresarial", añade Pizarro, en relación a una iniciativa que el equipo de Luis de Guindos propuso en aquella legislatura.
¿Es el tamaño de estas microempresas el problema? Si a nivel competitivo un contexto de crisis las puede afectar más ferozmente, en uno de recuperación la teoría dice que pueden reponerse con mayor facilidad.
Margen para los márgenes
Las primeras noticias relacionadas con la reactivación económica la han protagonizado las miles de pymes que ya han comenzado a reabrir sus locales buscando recuperar la normalidad lo antes posible.
Que hayan sido las microempresas y el resto de pequeñas personalidades jurídicas las que estén liderando esta reacción no es casualidad. Y es que, de acuerdo con la ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, los préstamos ICO están funcionando.
Desde que comenzó la crisis el Consejo General de Economistas ya ha realizado 528.000 operaciones relacionadas con estos productos liberados de condiciones o restricciones tradicionales por perfiles.
Se habrían avalado ya unos 50.000 millones de euros, con una consecuente movilización de financiación para empresas valorada en 65.000 millones. Casi la totalidad de las ayudas, el 98%, han ido a parar a manos de pymes.
Ante semejantes cifras, no sorprende que gran cantidad de pequeñas y medianas empresas se hayan lanzado a reabrir sus negocios, incluso con antelación a negocios de mayor tamaño. Y lo están haciendo tomando medidas que las multinacionales difícilmente podrían adoptar.
Hablamos de reducciones drásticas de precios, de reorientaciones completas de negocio, o de apertura de nuevas líneas en base a las tendencias emergidas en los últimos meses. Los costes de oportunidad que asumen las microempresas son nimios en comparación con las grandes firmas.
Ventajas inherentes de la microempresa
La menor competitividad de la microempresa se compensa con un surtido de ventajas que en gran medida están relacionadas con su tamaño. Es decir, que su principal desventaja también es su principal defensa.
Es cierto que suelen encontrar más dificultades a la hora de conseguir créditos porque las entidades prefieren no arriesgarse, que su tecnología habitúa a estar menos desarrollada, y que los responsables pueden carecer de la formación necesaria.
Ahora bien, las posibilidades que brinda Internet han derribado muchas de estas barreras tradicionales, haciendo evidentes valores positivos. Su flexibilidad en un contexto de inestabilidad e incertidumbre resulta clave a la hora de valorar competencias de futuro.
Si una de las nuevas propuestas para reincentivar el modelo propio o encontrar nuevas oportunidades no funciona, resulta mucho más sencillo rectificar leyendo el entorno. Estas decisiones además se traducen en acciones de forma mucho más rápida por el reducido tamaño de las plantillas.
Y a todo ello hay que añadir un hecho importante: las instituciones, conscientes de la importancia que tienen las microempresas, suelen desplegar una mayor cantidad de ayudas y prestaciones.
Un papel que ha de ocuparse
Resulta evidente que una gran corporación siempre será más resistente a tiempos de escasez, pero desde un punto de vista contextualizado, el fácil acceso al tejido industrial que ofrecen las figuras de la pyme y del autónomo representa una oportunidad ideal para personas con menos recursos.
La microempresa sostiene a familias, contribuye a la riqueza interna de los barrios, y mantiene a flote negocios que desaparecerían de no ser por la tradición que albergan algunas familias ancladas en determinados locales.
Pensar en este tipo de empresas como un jugador menor dentro de la lógica de mercado es un error que ya se ha refutado en las tantas otras crisis cíclicas del capitalismo. No cabe duda, pues, que en el futuro volverán a ser el motor de la recuperación. Una vez más.
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