El cambio conlleva riesgo, incertidumbre, y sí, también muchos errores. Pero las empresas van encontrando su camino resguardándose en aquello que funciona. Y cuando hablamos de financiación en emprendimiento, es imposible ignorar el Corporate Venture Capital; el método más popularizado entre las startups que está permitiendo romper el status quo de las inversiones entre estas empresas.

¿Qué tiene de especial? ¿Por qué se está extendiendo tanto? A diferencia de otras fórmulas tradicionales, con el CVC se persiguen otros objetivos que trascienden el clásico retorno económico o ROI. En Europa ya son el 54% de las empresas las que invierten por motivos estratégicos, y este nuevo tipo de financiación es la clave de esa visión.

En MÁSMÓVIL Negocios queremos que estés al día de las últimas novedades y por eso queremos repasar las claves del Corporate Venture Capital, un nuevo tipo de financiación vital para empresas pujantes que crecen en un entorno digital y altamente competitivo.

Corporate Venture Capital

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¿Qué es el Corporate Venture Capital?

Si tienes una empresa, y estás buscando vías para innovar a través de tu propio capital, entonces estás siguiendo las líneas que definen el CVC. Son las startups las que lideran la vanguardia de innovación en sectores tecnológicos, y es sobre ellas sobre las que recae la mayor parte del capital que las confiere, precisamente, sus propiedades de crecimiento tan llamativas.

Así, a la práctica de invertir en una startup desde una empresa tradicional se la considera Corporate Venturing Capital; una nueva forma de emprendimiento corporativo volcado hacia la dinamización.

Puesto que el movimiento busca reportar beneficios estratégicos, es lógico pensar en términos de planificación cuando se considera respaldar a una de estas jóvenes empresas. De acuerdo con Henry Chesbough, un profesor de la Universidad de Berkeley, el objetivo de la financiación y la actividad de la startup en cuestión están conectadas.

El Corporate Venture Capital busca incrementar directa o indirectamente las ventas, claro, pero también persigue crear sinergias entre la empresa inversora y la receptora del capital.

Entendiéndolo desde la lógica de la externalización de servicios, con esta opción la compañía buscaría obtener ventajas competitivas explotando la especialización de la startup, habitualmente a través de nuevas tecnologías que dan paso a nuevos mercados, y a su vez entablan puentes hacia nuevos clientes.

Eso sí, el CVC se difumina cuando se utilizan vehículos de terceros para invertir, o cuando la inversora es dueña del 100% de las acciones de la empresa sobre la que va a depositar el capital.

 

Una muletilla irresistible

Al tomar decisiones que entroncan con valores intangibles de la empresa, es crucial valorar siempre en términos de identidad y objetivos qué es lo que se va a hacer. Por lo tanto, cada caso será único en función de la naturaleza de la startup y de la propia empresa que invierte. En cualquier caso, los alicientes para emprender una estrategia de CVC son comunes.

 

Reforzar el núcleo de negocio

Cuanta más cercanía exista entre la empresa inversora y la startup, más intensas serán las sinergias que se generen. La apuesta sobre una empresa relacionada directamente con nuestra actividad económica no necesitará de adaptación alguna, y así, los efectos sobre la cuenta de resultados serán casi inmediatos.

 

Mejorar y optimizar procesos

A la hora de iniciar un CVC es interesante valorar qué líneas de negocio se pueden potenciar. La ultraespecialización tecnológica de la startup de turno suele permitir cubrir aquellos flancos más expuestos de la compañía que deposita su capital.

 

Efectos colaterales positivos

La inversión siempre conlleva beneficios inesperados, y el Corporate Venture Capital no es distinto. Esta estrategia permite explorar nuevas oportunidades en áreas de interés que no están entroncadas directamente con la empresa inversora, pero que podrían llegar a estarlo en el futuro.

 

Más de un CVC

Se puede establecer una tipología clara en función del grado de interés de la compañía que invierte. Dependiendo del peso que tengan los objetivos financieros o estratégicos, es fácil hablar de distintas facetas de este mismo método de financiación.

 

Inversión habilitadora

Se realizan con fines estratégicos, y se apoyan sobre productos complementarios que no forman parte del core de la empresa. La idea pasa por complementar la estrategia central de la compañía, y según Chesbough, solo tienen éxito si "capturan una parte sustancial del crecimiento del mercado que estimulan".

 

Inversión impulsora

Analizar, valorar e invertir. Este tipo de inversión esta estrechamente vinculado a la actividad de la empresa inversora, y también a la startup. Se trata de identificar áreas clave de crecimiento dentro de esta última, para después combinarlas con las iniciativas de las compañías. Eso sí, este CVC es inútil en caso de estrategias ya en desarrollo, o cuando se pretende trascender.

 

Inversión emergente

Se realiza principalmente en mercados nuevos y emergentes a los que la empresa no tiene acceso por las limitaciones de la actividad a la que se presta. El objetivo pasa por reunir información vital que no podría lograrse de otra forma. Si esta es interesante, la compañía podría virar hacia esas nuevas oportunidades.

 

Inversión pasiva

No está relacionada con la estrategia ni la actividad de la empresa inversora, por lo que su retorno solo puede ser financiero. ¿En qué se diferencia entonces de una inversión tradicional? De poco, y precisamente por eso no son muy ventajosas.

 

 

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Y tú, ¿ya has probado a financiarte con CVC?