Considerada históricamente como una economía emergente, África se posiciona tras la recuperación de las primeras potencias de la crisis, como un mercado de oportunidades ajeno a la pronosticada lenta recuperación europea.
Ahora bien, las particularidades de este continente reducen el atractivo que muchos inversores podrían ver en él. Inestabilidad política, terrorismo, hambruna, enfermedades, fragilidad normativa-legal; todo ello hace de África un reto mayor para las compañías internacionales.
A lo que se suma ahora una crisis que ha reducido el PIB subsahariano un 2,6% y que ha inducido a recesión a 41 de los 54 países africanos. Que ha reducido hasta 40 puntos porcentuales la inversión extranjera, con el consecuente efecto dominó sobre las economías locales.
"Aunque todas las industrias se verán afectadas, sectores terciarios como el aéreo, la hostelería, el turismo y el ocio, sufrirán especialmente”, explicaba el pasado 2020 el director de inversiones y empresas de la UNCTAD, James Zhan.
¿No habría entonces de atender otras alternativas? África sigue siendo compleja desde un punto de vista empresarial, pero el futuro hacia el que ya camina dibuja un siempre interesante escenario de diversificación apoyado en la digitalización.
Por eso, aprovechando la celebración del Día de África, en MÁSMÓVIL Negocios queremos abordar el continente desde un punto de vista económico, para tratar de abrir el paso a empresas interesadas en emprender allí.
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África frente a la pandemia
En un primer momento se creyó que la COVID-19 arrasaría el continente. La falta de medios sanitarios y la exposición a otras enfermedades ya de por sí muy contagiosas, solo causarían un desastre humanitario sin precedentes.
Lo cierto es que la edad media de la población de apenas 20 años permitió que los índices de mortalidad fueran menos elevados que Europa. La experiencia adquirida frente al Ébola ayudó asimismo a combatir la pandemia.
En el plano económico el bajo nivel de deuda pública otorgó a los principales motores del continente una flexibilidad notable para financiar los planes de recuperación. Nigeria, por ejemplo, el líder indiscutible de la región, empezaba el año con un 27,6% de pasivo.
Es cierto que frente a los estímulos del Grupo de los 20, la iniciativa de los países subsaharianos no llegó a superar el 3%. La falta de infraestructuras y de apoyos públicos sigue siendo por tanto notable.
Un potencial latente
La caída del FDI (Inversión Extranjera Directa) fue una consecuencia obvia de, por un lado, el colapso que sufrieron los precios del petróleo —dramático para Nigeria, Angola y Argelia—, y por otro de la caída del turismo, el sector pilar de Egipto, Marruecos y Túnez.
Dicha tendencia es paradójicamente la que abre puertas a la inversión. Este indicador ya venía cayendo un 10% en 2019 (hasta los 45.000 millones de dólares), pero en la década anterior seguía siendo una de las más elevadas de todo el mundo.
Entre 2006 y 2011 el continente vivió el mayor FDI de todo el mundo (11,4%), frente al 8,9% de Latinoamérica y el 8,9% de Asia. Estos datos son los que manejan los analistas para creer que África recuperará en el futuro la senda del crecimiento, como mercado aún en fase de desarrollo.
Si voy a África ¿por qué país empiezo?
Es una pregunta recurrente que no tiene una respuesta sencilla. La región subsahariana suele ser demasiado desconocida, la oriental y la occidental no albergan intereses llamativos y la norteña, pese a ser la más cercana, es la más desafiante.
"España está acostumbrada a entrar por África del Norte y este es un sector realmente complicado, por cultura, por la forma de trabajar, de negociar”, apunta a BI Isadora Forcén, CEO de la asesoría IFB Advisors. “Hay una reticencia de las empresas".
Se suele pensar en países como Nigeria, Sudáfrica, Egipto o Etiopía como grandes escenarios de emprendimiento, pero la abundancia de materias primas en estos mercados induce elevados niveles de corrupción, terrorismo y lógicas competitivas predadoras.
El ranking Doing Business del Banco Mundial en cambio sitúa a siete regiones africanas entre las 50 más interesantes del mundo para emprender:
- Togo
- Túnez
- Costa de Marfil
- Ruanda
- Marruecos
- Burundi
- Mauritania
A nivel continental, Islas Mauricio es el primero más interesante para iniciar un proyecto. “Es estable en fondos, en Gobierno, el 90% del país está alfabetizado y el nivel de educación es muy alto”, señala Forcén. Estos son indicadores que siempre hay que tener en cuenta a la hora de valorar un mercado.
En la práctica, un emprendedor puede elegir cualquiera de los 54 países para echar andar. Lo único que debe hacer antes es empaparse de su situación socioeconómica, estudiar a la competencia, analizar los sectores pujantes y empaparse de su cultura y sus costumbres.
“África es un continente de 1.300 millones de habitantes donde cada país tiene su particularidad y es bueno ir de la mano de un socio local”, aconseja Juan Millán, socio director de Gedeth Network.
El trampolín ventajoso de España
Si bien nuestro país no tiene una gran influencia en el continente, sí posee algo que ni Reino Unido, Francia ni Alemania tienen en África: cercanía geográfica. Ni siquiera China, el principal exportador de la región desde hace casi una década,
El gigante asiático cuenta con miles de kilómetros de costa y un acceso rápido al continente, pero paga la distancia con costes operativos elevados. China, empero, sigue liderando la inversión muy por encima del resto gracias a una convicción irresistible: el déjà vu.
La superpotencia ve en África una región similar a la que ella representaba hace medio siglo: un continente con similitudes geográficas y económicas, y una población cercana a los 956 millones de personas que tenía China en 1978, compuesta de obra de mano joven y barata, instruida en deseos de prosperar y arriesgar.
Allí este país esta encontrando respuestas a su problema de natalidad y de envejecimiento progresivo, su encarecimiento de procesos (ya no es un país low-cost) y su industrialización (con pérdida consecuente de producción agraria).
España puede encontrar coincidencias en algunas de estas cuestiones, valiéndose de la mencionada cercanía que no tiene China, y de una imagen novedosa que este gigante ya pasea de forma desgastada por determinadas prácticas en el pasado.
“Por el peso económico que China ha tenido en los últimos años en África, también hay una oportunidad por el trato despectivo que desde el país asiático han dado a las empresas y la sociedad africana”, apostilla Richard Zurba, CEO de Zurcom.
"África está muy acostumbrada a hacer negocios con Portugal, Reino Unido y Francia, pero España no tiene ese peso”, explica Forcén. “Es una lucha presentarles España como pioneros en infraestructuras, energías... no tienen, a nivel general, ese conocimiento de los que somos capaces de hacer."
Dianas del emprendimiento en África
Identificar las mejores oportunidades en el continente supone detectar los principales problemas o fallas que asolan la región. Una empresa puede operar en determinados frentes con éxito si lo hace cubriendo estos gaps desde el mercado.
Ayodele Odusola, responsable de economía y estrategia de UNDP África explica la contención del FDI pese a la fuerza de algunos indicadores por cosas como:
- Insuficiencia de mano de obra cualificada
- Infraestructuras escasas (energía, carreteras, ferrocarriles y aeropuertos)
- Sistemas de seguridad y judiciales débiles
“La alta calidad de estos capitales aumenta la productividad del capital físico y financiero y reduce el coste de los negocios”, apunta. “Cuando estos los aportan directamente los inversores, gravan el rendimiento de las inversiones”.
Es interesante por tanto, realizar un estudio introspectivo previo, para saber si el valor ofertado con el negocio tiene cabida en el puzle africano. En este sentido las inversiones de China, como referente, puede servir de inspiración:
- Energía: en 2016 el BM aprobó un plan de negocio relativo al clima con 17.000 millones de dólares. Ya hay resultados en agricultura inteligente y energías renovables.
- Transporte
- Siderurgia
- Vivienda: en Tanzania hay un déficit de 3 millones de viviendas y las empresas españolas tienen una gran experiencia en el sector.
- Servicios públicos
- Tecnología: el Banco Mundial espera una inversión pública-privada de 50.000 millones para el próximo lustro. La digitalización promete reducir la pobreza y aumentar la productividad del continente.
Eso sí, los expertos coinciden en el error que supone aproximarse al continente desde una posición déspota o extremadamente analítica. Allí importa más el cómo que el qué. Es decir, las relaciones por encima del servicio.
Todo por hacer y por decir
"En África hay tres cosas básicas: se necesita dinero, se necesita tiempo y se necesita paciencia”, lista la responsable de IFB Advisors. “Es un continente que requiere mucha presencia, no les gusta hacer negocios con el teléfono o por mail, necesitan conocerte, confiar."
En tal línea, Dani Vives, CEO de InÁfrica Strategy, cree que es “un buen momento para fomentar la relación personal, ese aspecto humano de las relaciones que siempre ha sido muy importante para los africanos”.
La diferencia entre una competidora exitosa y otra que no lo es, más allá de la financiación o la estrategia comercial, radicará en cuánto se note este componente y en “que vean que no solo estás interesado en vender, sino que también te preocupas por su salud”.
África está apostando fuerte por las energías renovables y por la digitalización de una sociedad expectante por mejorar su acceso a la información y sus condiciones de vida. Esta base es ya lo suficientemente potente como para empezar a trabajar.
Con Europa, Asia y Estados Unidos liderando cambios socioeconómicos y digitales sin parangón, los países africanos tienen la oportunidad de esperar, ver qué sale mal, y seguir los mismos pasos aplicando lo aprendido. “Es un escenario perfecto”.
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