Proteger el medio ambiente, liderar el desarrollo sostenible y fortalecer la competitividad. Estos son los beneficios que cualquier Estado puede obtener de la recuperación, transformación y reutilización de residuos. La tasa de reciclado, que relaciona la basura reciclada con el total de residuos generados, es el medidor que se emplea para calcular el porcentaje de basuras que se recuperan en cada lugar. Alemania es el país europeo que más residuos recicla, seguido de Austria y Bélgica. España, con una tasa de reciclaje del 33,3% en el año 2015, se sitúa lejos de cumplir el objetivo mínimo del 50% marcado por la Comisión Europea.
Sabemos que los recursos naturales son limitados. Sin embargo, la elevada capacidad de las industrias está provocando que se extraigan y empleen a un ritmo superior a la tasa de reposición, lo que puede llevar a su agotamiento. En este contexto se introduce el concepto de economía circular: una economía en la que después de consumir, reutilizamos, recogemos y reciclamos o reparamos; frente a la a tradicional economía lineal en la que se produce, consume y generan residuos. Las empresas privadas, como agentes económicos y sociales, pueden garantizar la sostenibilidad adecuando la producción a la demanda, fabricando productos ecoeficientes y gestionando de manera adecuada los residuos.
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Los beneficios que el reciclaje genera en un país o una zona geográfica son igualmente aplicables a una pyme. Según demuestran varios estudios, las empresas que incorporan prácticas responsables y objetivos de sostenibilidad obtienen mejores resultados económicos en el medio y largo plazo y mejoran su competitividad. Además, estas prácticas de responsabilidad corporativa contribuyen a mejorar la percepción positiva de la marca. En definitiva, reciclar ayuda a conservar los recursos, contribuye a disminuir la demanda energética y la contaminación y es económicamente lucrativo para la marca.
¿Cómo y qué puede reciclar una empresa?
Para incorporar el reciclaje a tu empresa de manera efectiva es fundamental comenzar comunicando a tus trabajadores la decisión, argumentando cómo los beneficios que supone para la empresa repercutirán de manera positiva en ellos. Elabora un plan con tus objetivos de sostenibilidad, y calcula el alcance que puede tener incorporar esta práctica tanto dentro como fuera de la empresa. Muéstraselo, y valora incluir incentivos para quienes cooperen: con su colaboración será mucho más fácil lograrlo.
Lo más sencillo para comenzar a clasificar los desechos es colocar contenedores de distintos colores claramente diferenciados. De esta forma, los residuos se pueden dividir por tipos (envases y plásticos, papel, vidrio y residuos orgánicos) para luego llevarlos a los puntos verdes de una forma cómoda. Además, ciertos residuos propios de una oficina como cartuchos de tinta o pilas también pueden ser reciclados.
- Papel
La media de consumo de papel en una oficina es de 50 kilos de papel y cartón por empleado al año. Tanto el papel como el cartón están compuestos por celulosa, por lo que su degradación es muy rápida: no dura más de un año. Igualmente, su reciclaje y reutilización reducen la tala de bosques que requiere su fabricación.
- Envases
Según datos de Ecoembes (empresa sin ánimo de lucro que se encarga de la mayoría de los envases en España), durante el año 2016 cada habitante depositó 13,2 kg de envases de plástico, latas y briks en el contenedor amarillo (un 4% que en 2015) y 15,5 kg (un 2,7% más que en 2015) en el contenedor azul, en todo el territorio nacional. Esto se traduce en 1.081 envases/habitante en el contenedor amarillo y 628 envases/habitante en el contenedor azul. Se calcula que el plástico tarda entre 100 y 1.000 años en degradarse. Fomentar el reciclaje en las empresas reduciría notablemente el número de plásticos desechados.
- Cartuchos de tinta y toners
El plástico del que se elaboran los cartuchos de las impresoras necesita aproximadamente 1.000 años para descomponerse. Entre los materiales que los componen, hay algunos que precisan mucho más tiempo para biodegradarse: en el caso del cobre, hasta cuatro siglos.
- Pilas y baterías
Además de que están compuestas por materiales muy tóxicos, la degradación de las pilas y baterías es extremadamente lenta: alrededor de 1.000 años.
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