En España, el 46% de las compañías están consideradas como pequeñas y medianas empresas, un 0'2% se clasifican dentro del grupo de grandes corporaciones y el resto del pastel se reparte entre los autónomos, con un 53'8% de la cuota. Las pymes abarcan, como bien indica su nombre, tres tipos de estructura: las microempresas, las pequeñas y las medianas.
Pero, ¿cómo se determina la clasificación de las mismas?
La normativa europea establece en el Anexo I del Reglamento 651/2014 de la Comisión dónde se ubica cada uno de los negocios, según unos parámetros objetivos como son el número de trabajadores con los que cuenta y los millones de euros que factura al año.
Microempresas
Tienen de 1 a 9 empleados y una facturación o volumen de negocio de menos de dos millones de euros. Un ejemplo de este tipo de comercio puede ser un negocio familiar como una panadería o el ultramarinos de tu ciudad. Según los últimos datos aportados por el informe de Ipyme.org (diciembre de 2017), los registros actuales de microempresas en España contabilizaron un total de 1.148.456.
Pequeña empresa
Por su parte, estos negocios cuentan con una plantilla de entre 10 y 49 empleados y un volumen de negocio que no sobrepasa los 10 millones de euros. En este caso, podríamos estar hablando de un club de fútbol en categorías inferiores o de un restaurante familiar grande. El tejido empresarial español cuenta con hasta 149.850 compañías de este tipo.
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Mediana empresa
Si la compañía tiene entre 50 y 250 empleados y su facturación está por debajo de 50 millones de euros, estaríamos hablando de la última modalidad de las PYME, la mediana empresa. Esta es la que cuenta con menor número de integrantes entre las mencionadas anteriormente, con 23.357 firmas.
Cabe destacar que los datos tomados para determinar tanto el número de trabajadores como los balances de la compañía serán aquellos pertenecientes al último ejercicio económico cerrado y que el IVA o los impuestos indirectos no tienen ningún tipo de influencia para calcular la facturación.
Cambios en la tipología
¿Y si la compañía ha crecido en número de trabajadores o facturación? Para cambiar de clasificación no será suficiente con sobrepasar los márgenes durante un año, sino que serán dos los exigidos para poder corroborar el incremento de tamaño.
Podría darse el caso de tener que determinar el tamaño de una empresa sin todavía haber cerrado el balance anual. Ante ese escenario, sería necesario realizar estimaciones fiables durante el ejercicio financiero para poder determinar el estatus.
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