Toda compañía suele pasar por varias fases en la que necesita incorporar a personal para crecer. Este soplo de aire fresco puede significar el comienzo de una nueva etapa cargada de éxitos o el mayor de los fracasos.
Entre estas fases hay varias etapas cruciales. La primera de ellas es la de escoger a nuestro socio o al segundo empleado. Seamos sinceros, no podemos llegar a todos los ámbitos.
Después llegará el momento de pasar de los 10 empleados, de los 50 y, si todo sigue su curso, de los 100 (mejor márcate este objetivo a largo plazo). Es aquí donde el departamento de recursos humanos (si lo tenemos) o la persona en cuestión deberá tomar las mejores valoraciones sobre el candidato o candidata en cuestión.
¿Cómo saber si estamos ante el candidato ideal?
Así como nuestra vida privada está marcada por las decisiones que tomamos y por la gente que nos rodea, las personas que incorporemos a nuestro equipo marcarán el presente y el futuro del mismo.
La primera impresión
El primer impacto es crucial en una entrevista. Si nada más abrir la puerta saluda o da los "buenos días" demostrará que es una persona enérgica y educada. Todos debemos tener claro que no hay segundas oportunidades para causar una buena primera impresión.
Muchos se enfrentan ante la duda de si darle dos besos al entrevistador o darle la mano. Si intenta darte dos besos y le das la mano, pueden suceder dos cosas: que los nervios se comiencen a apoderar de él o que lo solvente con un giro inesperado.
Su vestimenta
No todos los trabajos requieren el mismo acto de presencia. Hay quien intenta crear una primera impresión exagerada sobre sí mismo. Te darás cuenta de esto enseguida. El ejemplo más claro es si lleva traje y no está acostumbrado, ya que no parará de colocarse la corbata o de meterse el dedo en el cuello de la camisa.
La expresión corporal
Muy en relación con la anterior está observar su comportamiento. Ver cómo reacciona ante sus propias palabras o ante las preguntas que le hagamos.
Si nuestro candidato se "acomoda" demasiado en su asiento puede que no esté hecho para tu empresa. Si mantiene los brazos cruzados puede que esté a la defensiva ante tus preguntas o y si se apoya encima de la mesa tendrás ante ti a una persona con valentía, denotando cierta agresividad. Si nos mantiene la mirada puede denotar que tiene una fuerte personalidad y seguridad en sí mismo.
Por último, si durante la conversación refuerza sus argumentos con las manos, sirviéndose de estas para hacer pausas, ejemplos o enumeraciones, va ganando puntos, ya que tiene dotes de oratoria.
Respuesta ante preguntas variadas
Tanto tú como él, debéis saber que la entrevista perfecta es utópica. No tienes que eliminar a alguien de tu lista porque se equivoque una vez. Ver cómo sale de ahí es lo que puede hacer que destaque entre todos los candidatos o que se pierda entre la multitud.
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Puedes probar a hacerle preguntas incisivas para comprobar cuál es su reacción. Si, por ejemplo, afirma ser perfeccionista y va mal vestido o desaliñado no es a quien buscas, ya que vuestra idea de la perfección dista mucho la una de la otra.
Consejos extra que debería tener el candidato ideal
¿Sabe algo sobre la empresa? Internet es una gran fuente de sabiduría y en un momento se pueden conocer gran cantidad de datos. Este mínimo de conocimiento sobre la empresa causará una excelente impresión.
También puede ser de utilidad su conocimiento sobre tu persona. Casi todos tenemos presencia en una red social, ya sea Facebook, Twitter, Instagram o LinkedIn. Si ves que se interesa por alguna de tus aficiones puede que compartáis los mismos gustos o que haya hecho una pequeña labor de investigación sobre ti.
La fórmula de la entrevista no es un círculo cerrado y ninguna persona es igual que otra. Cada uno tenemos nuestra forma de ser y podemos basarnos en estos aspectos, pero a fin de cuentas, si queremos encontrar el talento deberemos hacer un buen uso de nuestro sentido común para encontrar a ese candidato que llegue con ganas de comerse el mundo y que ayude a tu empresa a alcanzar las cotas más altas.
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