Las personas estamos acostumbradas a compartir diariamente nuestras vivencias con amigos y familiares sin tener en cuenta el impacto que nuestras opiniones tienen a la hora de influir en los demás. Pero, ¿cuál es la mejor manera de construir una buena reputación?
El storytelling o el "arte de contar historias" puede ser la clave para todo ello y es, sin duda, un elemento fundamental en el desarrollo de la estrategia empresarial. El objetivo es que las personas lleguen a sentir un vínculo emocional y puedan identificarse con los valores de la marca gracias a sus mensajes, a su relato. Es por lo que hay que trabajarlo y cuidarlo, con el fin de comunicar correctamente los valores del negocio.
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Son muchas las personas que no creen en el storytelling como estrategia empresarial y que abogan por los números para convencer a un interlocutor. Sin embargo, la escritora Annette Simmons afirma que los datos como tal ya no sorprenden a nadie porque "son las historias las que hacen posible crear una realidad".
Otro experto en la materia, Christian Salmon, se refiere a este como una "máquina de fabricar historias y formatear mentes". Poder convencer a alguien y conseguir que adopte nuestra postura es una de las mejores armas que existen dentro del ámbito laboral. Por ello, hoy queremos ofrecer algunas claves a tener en cuenta para realizar con éxito el relato de vuestra marca.
¿Cómo ser un buen storyteller?
Tener un tema principal
El bien y el mal, la fuerza y la debilidad, el miedo y la seguridad, etc., forman parte de nuestro relato al convertirse en el hilo argumental sobre el que versará toda nuestra exposición.
El impacto que ha tenido ese hecho
Todas las historias suelen dejar marca. Algunas positivas y otras negativas. Lo que importa aquí es la capacidad que tienen para apelar a sucesos de nuestra niñez, adolescencia o madurez.
Tener bien marcados los puntos del mensaje
Utilizar metáforas y analogías, y recurrir a cuentos o refranes puede añadir un toque de humor que sea fácilmente reconocible por la audiencia a la que nos dirigimos.
Guiarse por una estructura
Como en toda exposición, debe de haber un comienzo o introducción, un desarrollo, un punto álgido y un final.
La presencia de una acción heroica
Seamos sinceros, ¿quién no quiere ser el héroe de su propia historia? Si realmente queremos cerciorarnos de que la audiencia va a estar atenta de principio a fin, lo mejor es recurrir a la figura del héroe o heroína para darle más pasión a la historia. Hay que dejar claro que no siempre debemos ser los héroes. Muchas veces, el público aprende más con nuestros fracasos que con nuestros éxitos.
El adversario
Como en toda buena historia, si hay un protagonista debe haber un antagonista principal. La figura del villano se ha tomado en infinidad de relatos y, en algunas ocasiones, llega a sobrepasar a la del héroe. Además, añadir distintos obstáculos antes de alcanzar la meta suma puntos para el relato.
Introduce la figura del acompañante
Seguro que si decimos el nombre de Don Quijote acto seguido se te viene a la mente la figura de Sancho Panza. En este caso puede ser algún amigo o familiar que nos haya apoyado desde el principio en nuestra idea.
No escatimes en detalles
A todos nos gustan los detalles. Es algo que no podemos negar. Si, por ejemplo, acompañamos datos con sus momentos cumbre, la historia gana en autenticidad y el público puede situar mucho mejor el escenario que le estamos planteando.
Que tenga un final épico recreable
Cada historia que contemos debe conseguir que nuestra audiencia se identifique para que ellos mismos puedan recrear su historia en el futuro.
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