"Rodéese de las mejores personas que encuentre, delegue autoridad y no interfiera". Durante sus años en la Casa Blanca, el 40º presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, daba estas claves sobre liderazgo, subrayando la importancia de delegar. Y es que saber hacerlo es una característica fundamental para ser un buen jefe: un directivo verdaderamente eficiente debe ser capaz de autorizar a sus subalternos para que hagan ciertas tareas en su lugar, aun manteniendo cierta supervisión sobre la actividad.
Delegar aumenta la productividad de la empresa. Es más que transferir trabajo: implica involucrar a otros en la responsabilidad de los resultados finales. Permite a los líderes del equipo dedicar su tiempo a ejecutar tareas estratégicas y asignar aquellas labores más operativas a otros empleados, al mismo tiempo que fomenta la especialización, aumenta la motivación de los subordinados y ayuda a que éstos se desarrollen profesionalmente.
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A pesar de sus múltiples ventajas, encomendar tareas de importancia a los subordinados resulta a veces complicado, y muchos jefes no saben (o no quieren) hacerlo correctamente. Algunos de los motivos que explican esta decisión de renunciar a delegar son pensar que la tarea encargada debe hacerse tal cual la haría uno mismo, no disponer del tiempo suficiente para delegar, no tener confianza con el equipo o temer que la persona en la que se delega resulte más eficiente. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que delegar es una cuestión de confianza, y que quien lo hace sigue siendo el responsable final del trabajo resultante.
Para conseguir delegar de manera eficiente, hay que plantearse cuestiones como cuándo, a quién y cómo hacerlo. Con el objetivo de determinar si una actividad específica puede ser encargada a otra persona, hay que preguntarse acerca de la periodicidad de la tarea que se quiere encomendar, conocer si el equipo cuenta con alguien que tenga la experiencia y los conocimientos necesarios para llevar a cabo dicha tarea, plantearse si la asignación de la actividad supone una oportunidad y asegurarse de que se cuenta con el tiempo necesario para explicar los entresijos de la actividad así como para supervisar el proceso.
Igualmente, es primordial especificar las características de la tarea, así como los objetivos y resultados que se espera obtener. Debe aclararse cuáles serán los límites y restricciones de la persona en la que se delega, y debe quedar claro a quién responde dicho empleado. Es recomendable motivarle, darle responsabilidades y cierta autoridad; pero sin dejar de supervisar -nunca interferir- y estar disponible por si surgieran dudas.
Por último, no olvides tener paciencia. Piensa que invirtiendo tiempo en delegar bien conseguirás avanzar, motivar a tus empleados y desarrollar tu empresa. Y para lograr todo esto, ¡equípate con la mejor tarifa de telefonía e Internet para empresas y no pares de buscar información para elaborar tu estrategia! Llama gratis al 1496 o entra en la web y te informaremos.