La crisis, la incertidumbre en torno al futuro, el teletrabajo, las dificultades socioeconómicas. Este 2020 ha sido uno de los años más complicados y desafiantes para los psicólogos y expertos en motivación empresarial.
Y es que, el salario emocional y el resto de retribuciones y prácticas “poco ortodoxas” popularizadas en los últimos años, se han visto confrontadas a las necesidades materiales; lo que tradicionalmente se consideraba fuente tradicional de motivación.
¿Cómo afecta este contexto a la Navidad? ¿Cuál es la mejor estrategia para insuflar de ánimos a la plantilla? El periodo con mayor carga emocional del año se advierte desconocido y complicado para los mánagers de las empresas.
Por todo ello, hoy en MÁSMÓVIL Negocios buscamos ofrecer las respuestas más acertadas a la hora de terminar el 2020 con un equipo cohesionado y motivado frente a los objetivos y las metas de los próximos doce meses.
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Pigmalión navideño
El periodo estival ofrece la oportunidad de gestionar los intangibles por bloques. Es decir, de trabajar en pos del espíritu navideño no por simple voluntad, sino porque este implica unión, compañerismo e ilusión.
Tras un año complicado, los empleados están esperando la recompensa que durante tanto tiempo se les ha negado, y aunque la empresa quizás esté en una situación complicada, los mánagers pueden lograr recortar meses de inacción en cuestión de motivación durante estas semanas.
¿Cómo? Apostando por lo que la psicología ha denominado el efecto Pigmalión. De acuerdo con este, las expectativas de una persona sobre otra pueden lograr materializar efectos positivos sobre la segunda.
En el caso de las empresas, se habla de la predisposición de los jefes frente a sus empleados. Estos, lograrían aumentar la productividad del equipo si creen profundamente que son capaces de lograrlo.
“Los mensajes que se envían son importantes para el rendimiento de los trabajadores. Tanto los que se transmiten abierta y directamente, como los que se transmiten con lenguaje no verbal”, apunta la psicóloga laboral Diana Navarro.
Para lograr este “contagio emocional” lo único que han de hacer los mánagers es cambiar su actitud frente a los empleados. El efecto no se logra por ciencia infusa; esa reorientación termina afectando a los comportamientos propios de los jefes.
Teletrabajo en Navidad
Las recomendaciones que se vienen haciendo desde la primavera siguen siendo efectivas para los empleados acogidos al teletrabajo durante las Navidades. Ahora bien, hay un elemento que debe primar sobre el resto de medidas: la cohesión.
Esta época del año está dominada por los sentimientos de compañerismo y amistad. Aquellos que vivan desde casa las celebraciones de la empresa, la entrega de la cesta o los amigos invisibles pueden sentirse apartados del grupo.
De ahí que sea especialmente importante apoyarse en la tecnología para homogeneizar las relaciones con la parte de la plantilla que se encuentra fuera de la oficina. ¿Hay un catering de navidad? Realízalo a través de ZOOM o Teams para que participen todos.
Organiza eventos virtuales para entregar recompensas por objetivos, desarrolla una campaña de comunicación a través de redes sociales o intranets, apuesta por tarjetas regalo digitales. Las opciones son muy variadas.
Hay que tener en cuenta que los teletrabajadores no están en contacto con el ambiente navideño de la oficina, y que pueden sentirse desamparados si se descuida la comunicación. LinkedIn encontró en un estudio que 4 de cada 10 sienten soledad bajo este modelo.
Honestidad verdadera
Si bien la crisis de la COVID-19 ha revalorizado aspectos laborales más intangibles, no se ha de olvidar la importancia que tiene para los empleados tanto el salario como las posibilidades de ascenso.
La Navidad ha sido tradicionalmente un periodo del año propicio para bonus de este tipo, pero el 2020 le ha cerrado a muchas empresas las puertas para hacerlo. ¿Qué alternativa existe?
Aunque los directivos traten de compensar con más retribuciones emocionales, lo cierto es que no hay alternativa posible para pluses laborales tan atractivos. Por eso lo más recomendable es apostar por la honestidad.
“El entorno laboral tiene que dotarse de unas características que facilite la estabilidad emocional y eso se puede hacer cambiando la forma de organizar el trabajo, la comunicación o creando un clima emocional libre de tabúes”, indica el psicólogo clínico Pedro Rodríguez.
Ni discursos impostados ni paternalismo; el empleado lo que quiere es la verdad, por muy cruda o desagradable que sea. Afrontar la realidad tal y como es permitirá reforzar en el futuro el sentimiento de equipo y la confianza mutua.
Trabajadores por colores
La Navidad puede tentarnos a simplificar la comunicación y dejarnos llevar por las generalizaciones propias de la publicidad y las instituciones públicas. Las empresas, no obstante, deben alejarse de esta postura.
Ya no solo porque esta celebración signifique cosas distintas para cada trabajador, sino porque no todas las personas tienen el mismo carácter o los mismos intereses. Es interesante dotar de honestidad a los mensajes, pero no se pueden olvidar los temas y el tono.
Para entender cómo se ha de hablar con los empleados, desde Go Consulting sugiere ejecutar la metodología DISC. Se analizan cuatro patrones —dominante, analítico, influyente, estable— y se establece una categoría.
“Todos tienen características positivas y negativas, y se desenvuelven mejor en una situación u otra”, apunta la especialista Goretti Tur. Para conocerlas no es necesario hacer un seguimiento exhaustivo; basta con analizar su relación con compañeros.
Tras ello se genera una tabla por colores que permite entender las prioridades de los trabajadores, incluso en Navidad:
- Rojo – Dominante: Seguros y directos.
- Amarillo – Influyente: Optimista y comunicador.
- Verde – Analítico: Metódicos y adictos a los datos.
- Azul – Estable: Emocionales e introvertidos.
Comunica la verdad si no es posible adornar la Navidad de regalos y premios, pero hazlo adecuando las palabras al receptor del mensaje.
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