La Responsabilidad Social Corporativa no es un instrumento de venta más. Adoptar una política de manifiesto compromiso con la sociedad significa entender qué derechos fundamentales han de regir en cualquier economía del mundo.

Con eso en mente, las empresas hacen suyas medidas sostenibles y transparentes enfocadas a los que consideran como stakeholders. Ahora bien, los grupos de interés no pueden ser solo aquellos de los que se puede extraer una rentabilidad.

No pocas organizaciones caen en el error de trabajar la RSC con este enfoque, y, claro, obviando en el proceso a los niños; individuos que desde el marketing más aséptico se entienden como leads sin capacidad de compra.

Defendiendo la Responsabilidad Social Corporativa como un esfuerzo desinteresado por el bienestar común, hoy en MÁSMÓVIL Negocios celebramos el Día Universal del Niño con un alegato a su defensa desde las empresas.

niños jugando

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Un deber común

Las empresas están muy bien posicionadas para trabajar en pos de la protección de los derechos de los niños. Pero dicho estatus también las habilita para provocar daños irreparables ligados a los efectos de su actividad en el entorno.

El medioambiente, las condiciones en las que emplean a sus padres, la seguridad de los productos que comercializan, la publicidad”, tal y como recoge UNICEF, las organizaciones juegan un papel crucial en la promoción de sus derechos más fundamentales.

En esa línea, Alison Stutton, representante de UNICEF México, cree que “invertir para desarrollar el potencial de la niñez es una buena estrategia de negocios, porque ayuda a construir un círculo virtuoso que beneficia a toda la sociedad”.

Para las organizaciones apoyar a los más pequeños no solo es una cuestión de voluntad. Este fin va en consonancia con el desarrollo de una cultura pública que no deja a nadie atrás, y entra en el terreno de la imposición cuando se atienden requerimientos legales básicos.

Con la tecnología más puntera, estructuras construidas sobre el principio de la eficiencia, y un conocimiento productivo inigualable, las empresas se convierten en aliados clave de los gobiernos y las instituciones de la sociedad civil en la protección de las generaciones futuras.

ODS: el molde internacional a seguir

No es necesario el emprendimiento ni la iniciativa propia. Sí son de valor, pero no fundamentales para participar en la labor de responsabilidad frente a los derechos de los niños. Las empresas solo han de orientar sus políticas de RSC hacia los ODS.

Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible se encuentran cuestiones de máxima prioridad para la protección de la infancia. Son metas generales que únicamente recogen una aproximación, pero que pueden servir de base para actuaciones coherentes.

De los 12 recogidos en la Agenda, los más importantes a tener en cuenta para las empresas en este frente son:

  • Fin de la pobreza y del hambre: promoviendo salarios dignos, medidas de conciliación laboral, y participando en iniciativas de ayuda para zonas castigadas por estas lacras.
  • Garantizar el bienestar y la salud: fomentando la vida sana en todas las edades. A través de productos y servicios, en la medida de lo posible. Así como participando en proyectos de una índole relacionada.
  • Educación de calidad: perseguir y defender una enseñanza libre e igualitaria que logre preparar a las generaciones futuras para los retos del mañana. Sin talento las empresas no podrán afrontar el futuro.
  • Lograr la igualdad entre los géneros: las niñas son víctimas centrales de la desigualdad de género. Desarrollar políticas de defensa dentro de las organizaciones sirve de ayuda para combatir la lacra.
  • Promover el trabajo sostenible y reducir las desigualdades: huir de prácticas cuestionables en material laboral, respetar los derechos de los trabajadores, y no subyugar las políticas en el marco de la externalización a países en desarrollo.
  • Luchar contra el cambio climático y defender la biodiversidad: los niños de hoy heredarán el mundo de mañana. Las empresas, responsables de la mayor parte de los desechos y emisiones, son agentes protagonistas en el cuidado del planeta.
  • Promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas: alejarse de socios implicados en conflictos bélicos o geopolíticos, y alzar la voz de la justicia y la paz en defensa de los más pequeños.

Los niños, como eslabón débil de la cadena social, son siempre víctimas colaterales de los problemas que se recogen en la mayoría de los ODS. Por eso para las organizaciones estos frentes pueden ser un buen punto de partida en la construcción de una RSC de valor.

Guía de actuación para las empresas

En 2012, UNICEF, Safe the Children y el Pacto Mundial de Naciones Unidas desarrollaron “Los derechos del Niño y los Principios Empresariales”, una suerte de carta magna para la defensa de los más pequeños desde las empresas.

En este documento se recogen 12 principios fundamentales y multitud de consejos a seguir para todas aquellas organizaciones comprometidas con la labor que se publicita cada 20 de noviembre.

Los niños son actores clave para las empresas, ya sea como consumidores, familiares de trabajadores, jóvenes trabajadores y como futuros empleados y líderes empresariales”, recoge el preámbulo.

Del mismo modo, los niños son miembros importantes de las comunidades y los entornos en los que actúan las empresas”. En base a ello, se configuran dos ejes fundamentales de actuación que aplican a todos los principios:

  • La responsabilidad corporativa de respetar: garantizar que las actividades y las relaciones comerciales de la empresa (productos y servicios) eviten “cualquier violación de los derechos humanos, niños incluidos.
  • El compromiso corporativo de promover: no basta con cumplir y respetar. La empresa también debe “incentivar acciones voluntarias a través de las actividades esenciales de la empresa, inversiones sociales, filantropía, participación en políticas públicas y la cooperación”.

Los 10 principios

Las recomendaciones del documento no están dotadas de ningún componente legal, y por tanto su seguimiento es completamente voluntario. Ahora bien, a nivel ético y estratégico sí habrían de ser obligatorios.

“Los Principios buscan detallar el papel que la empresa debe jugar en el respeto y apoyo de los derechos del niño e intentan dar respuesta a una demanda de la comunidad internacional hacia todos los miembros de la sociedad a unirse a un movimiento que ayudará a crear un mundo apropiado para los niños.

Los principios, con salvedad de detalles concretos, recogen que todas las empresas deben:

  1. Cumplir con su responsabilidad de respetar y promover los derechos del niño.
  2. Contribuir a la erradicación del trabajo infantil en todas las actividades empresariales y relaciones comerciales.
  3. Proporcionar un trabajo digno a los jóvenes trabajadores, padres y cuidadores.
  4. Asegurar la protección y seguridad de los niños en todas las actividades e instalaciones empresariales.
  5. Garantizar que los productos y servicios sean seguros y que a través de ellos se promueven los derechos del niño.
  6. Utilizar marketing y publicidad que respeten y apoyen los derechos del niño.
  7. Respetar y promover los derechos del niño en relación con el medio ambiente y la adquisición y uso de tierras.
  8. Respetar y promover los derechos del niño en las disposiciones de seguridad.
  9. Ayudar a proteger a los niños afectados por situaciones de emergencia.
  10. Reforzar los esfuerzos de la comunidad y el gobierno para proteger y satisfacer los derechos del niño.

Sobre la práctica, cada empresa deberá estimar los recursos y esfuerzos necesarios para contribuir a la defensa de los más pequeños dentro de su propio contexto. Cada plan de Responsabilidad Social Corporativa es único, pero todos deben tener una cosa en común.

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Y tú, ¿ya velas por la protección de la infancia desde la RSC?