¿Existe el trabajo perfecto? Cuando un empleado llega a una empresa se adapta a un puesto existente y unas necesidades concretas. El Job Crafting plantea la idealización entre ambos extremos para lograr una alineación perfecta.

Es decir, que sea el propio profesional el que fabrique su trabajo para dotar a su productividad de la mayor implicación y motivación posibles. Suena a utopía, pero cientos de empresas ya operan así de cara al departamento de recursos humanos.

Hoy en MÁSMÓVIL Negocios desgranamos el concepto de "Job Crafting" y explicamos sus beneficios para las empresas.

Qué es el Job Crafting

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Origen y proyección

En 2001 Amy Wrzesniewski y Jane E. Dutton se dieron cuenta de que existía un problema estructural en torno a la desafección empleado-empresa, la elevada rotación y la baja productividad de determinadas empresas.

Aunque los profesionales de recursos humanos encontraban perfiles acordes a las necesidades de los puestos, estos no se correspondían completamente con la idiosincrasia del talento.

Fue así como idearon el término "Job Crafting", "una técnica que permite dar un nuevo enfoque al puesto de empleo a través del cambio proactivo y la adaptación a la forma de ser de cada persona", recoge Randstad.

Ahora bien, al contrario de lo que podría pensarse, esta metodología no depende enteramente de la directiva de las organizaciones. "Consiste en un ejercicio de autoevaluación sobre la gestión de las tareas, el tiempo y la productividad de cada uno".

Así, cualquier integrante de la estructura organizativa podría acogerse al Job Crafting llevando a cabo una reflexión profunda de sus intereses y cualidades, respecto a las competencias y retos del trabajo.

Es una técnica que lleva aparejado un evidente pragmatismo, enemigo de la estandarización y estudio. "Cambiar tu trabajo para hacerlo más atractivo y valioso puede ser un proceso que tome formas muy diversas", recoge Harvard Business Review.

 

Principales ventajas

El Job Crafting trasciende el utilitarismo de otras metodologías empresariales, y busca efectos transversales tanto a nivel tangible como intangible. "Tiene que ver, esencialmente, con el ingenio y la inventiva", apuntan las propias autoras del concepto.

"Una perspectiva así implica que las tareas y las relaciones interpersonales que conforman el puesto son un conjunto flexible de ladrillos reorganizados, reestructurados y reformulados para construir un trabajo personalizado".

El enfoque entiende la organización como un puzle inmenso, del cual se pueden obtener valores más o menos optimizados dependiendo de cómo se encajen las piezas.

Por eso muchas compañías y profesionales aceptan hacer el esfuerzo. Las ventajas no son escasas, como apunta la consultora española:

  • Recuperación el sentimiento de control sobre las decisiones personales: no todo está predefinido por la empresa.
  • Alineación de valores personales con profesionales: un trabajo con más sentido y conexión hacia la satisfacción personal.
  • Aumento de la productividad: la actitud proactiva deriva en más innovación y mejores resultados.
  • Incremento del compromiso: ensalzar los puntos fuertes y los campos de mayor aceptación incentiva la conexión con la empresa.
  • Mejora e incentivo de las actividades relacionales y el sentimiento de conexión: retroalimentación en forma de agradecimiento hacia los demás compañeros.

"Los principios del Job Crafting siguen siendo importantes en un mundo en el que la estructura laboral está evolucionando a gran velocidad", apunta HBR.  "Esto hace que el individuo asuma cada vez más responsabilidad por la experiencia y el compromiso en su trabajo".

 

¿Cómo se alcanza?

No es nada sencillo y depende de cada empresa y de cada trabajador. El objetivo último es el autoanálisis; tejer una suerte de DAFO personal para identificar fortalezas y preferencias.

Para facilitar el proceso y la conceptualización, Wrzesniewski y Dutton ofrecen los principales campos de actuación sobre los que hay que incidir pensando en el Job Crafting.

 

Task Crafting

El primer paso es incidir sobre el core del problema; el desajuste entre obligaciones y competencias.

Atendiendo a las aptitudes de cada empleado se modifican sus responsabilidades diarias, adaptándolas a las capacidades personales más interesantes.

"De esta forma se consigue optimizar la jornada laboral mejorando la productividad y reduciendo el esfuerzo y tiempo requerido en la tarea".

 

Relational Crafting

Cuando el profesional está cómodo y satisfecho respecto a su trabajo, la metodología pasa a trabajar sobre las relaciones internas del mismo.

Se evalúan las principales interacciones interpersonales del estudiado y se busca la mayor optimización alterando dinámicas, distribución y jerarquías. "Se consigue ser más consciente de los impactos positivos o negativos que se generan al comunicarse con los demás".

 

Cognitive Crafting

No todos los que siguen la metodología llegan a alcanzar la autoconsciencia que requiere este paso. Consiste en ir un paso más allá de lo que se ve, a cómo se perciben las tareas y las relaciones.

"Ayuda a dejar de verlas como una labor prosaica, rutinaria y cerrada ante cualquier cambio potencial pasando a ser un campo abierto donde encontrar la satisfacción y contribuir a causas importantes".

 

El Job Crafting es todavía una técnica en evolución y crecimiento que se está alimentando de los aciertos y los fallos de las empresas.

En un mercado en el que la competencia es extrema y la renovación es una obligación para afrontar los desafíos tecnológicos del futuro, el Employer Branding y la fidelización son valores clave para perseguir la sostenibilidad laboral.

 

 

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Y tú, ¿ya conocías el Job Crafting?