En tiempos de crisis la confianza decae. La que existe entre las entidades financieras y el tejido empresarial, entre los consumidores y las marcas, y en general, entre el Estado y el ciudadano.

Para las organizaciones todo esto se traduce en un problema de difícil solución: la falta de financiación. Una, que además aparece siempre en compañía de la temida escasez de liquidez así como de la caída generalizada de las ventas.

Por eso muchas optan por sumergirse en el mundo del micromecenazgo; un espacio en el que todavía quedan ciertas oportunidades. Aunque eso sí, debido a la crisis cada vez son menos y más complejas.

Hoy en MÁSMÓVIL Negocios exploramos el sector del crowdfunding y sus hermanas “crowd” para tratar de allanar el camino a aquellos autónomos o pymes que están pensando en encontrar una alternativa en ellas.

hacer campaña de crowdfunding

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Evitar el engaño

Atendiendo a los datos es fácil observar un claro declive del micromezenazgo provocado por la crisis. Esto podría llevar a pensar que, efectivamente, el sector tenderá a terminar desapareciendo.

Pero lo cierto es que tanto el crowdfunding, como especialmente el crowdlending, han venido mostrando un crecimiento sostenido en el último lustro. Tanto es así, que en 2019 solo este último llegó a suponer el 41,07% de todo el dinero recaudado en España.

La suma de todo el sector equivale a más de 200.000 millones de euros. O lo que es lo mismo, un 25,75% más que los resultados del ejercicio previo.

Sí, desde abril de 2020 los datos mensuales no logran superar el 60% de lo reflejado en el mismo espacio de tiempo de 2019, pero siguen reflejando más de 100 millones de euros destinados a alimentar proyectos y empresas cada 30 días.

Esto invita a pensar que, en lugar de apostar por otras soluciones, es ahora cuando más esfuerzo se debe poner en triunfar junto a las plataformas de crowdfunding y crowdlending.

El peligro de la pasividad

La automatización que acompaña a las plataformas crowd suele llevar a pensar que lo único que hace falta es lanzar el proyecto o producto y esperar sentado a que empiece a llegar el dinero.

Sin embargo, una campaña de micromecenazgo requiere una dedicación y un esfuerzo constante y multidisciplinar. Conocimiento, en definitiva, de los secretos de la comunicación, el funcionamiento de las redes sociales o los fundamentos estratégicos más básicos.

A la subida de los datos a la plataforma le sigue un proceso que quizá sea el más determinante para tu éxito: la campaña de comunicación”, puntúan desde Lánzanos. “Debes comunicar, transmitir y difundir tu proyecto de la mejor manera posible”.

La plataforma en cuestión no te ofrecerá estos servicios, como tampoco te buscará los mecenas. Únicamente te echará una mano “difundiéndolo a través de sus canales”, añaden. “Pero piensa que las comunidades online de estos espacios son muy heterogéneas”.

Contar con un plan y trazarlo adecuadamente es el único secreto efectivo para alcanzar los objetivos propuestos en un primer momento.

Un precio incorrecto

No importará cuan elocuente seas si el elemento más importante de la estrategia falla. ¿Qué precio ponerle al proyecto? Si es muy alto los usuarios puede que no vean justificada la inversión.

Si es muy bajo, es probable que termines encareciendo demasiado la campaña por culpa de las compensaciones. Es cierto que las propias plataformas cuentan con servicios de asesoramiento, pero no huelga cierta autonomía al respecto.

No existe una cifra correcta para todas las campañas, sino que se postulan ciertos factores comunes a tener en cuenta:

  • Los costes de comercialización: diseño, fabricación, distribución, etc. También cuenta tu tiempo invertido.
  • Las comisiones de la plataforma y el modelo de pago: normalmente del 10%.
  • Impuestos: deberás declarar tanto el IVA como el IRPF si eres autónomo. En caso de empresas, hablamos igualmente del Impuesto de sociedades.
  • Costes de la campaña de comunicación: elaboración de materiales, pago de soportes, etc.

Con todo ello en mente, tendrás que decidir qué partidas quieres recuperar a través del precio solicitado. No obstante, la rentabilidad no ha de ser nunca la máxima prioridad. Es más importante la viabilidad inicial.

De ahí que no debas olvidar bajo ningún contexto suponer distintos escenarios y tener preparado distintos planes en función del desarrollo de los acontecimientos.

Soberbia y mínimo esfuerzo

Es normal pensar que el proyecto propio tiene algo especial, un valor añadido que hará que triunfe en cualquier mercado. Pero para triunfar con micromecenazgo hay que seguir la postura exactamente contraria: ser humilde.

Esto no implica evitar llamar la atención o no arriesgarse por desconocer determinadas herramientas de creación. Significa entender el contexto y asumir que siempre hay margen de mejora.

Está bien que dediques gran parte de la campaña a explicar tu proyecto, pero no puedes olvidarte de poner énfasis en el apartado de las recompensas.

Los mecenas quieren conocer toda la información que envuelve tu proyecto, lo que no sólo implica la sinopsis del libro que pretendes financiar”, añaden en Lánzanos. “La información pobre despierta suspicacias, lo que se traduce en la huida del mecenas”.

Para no caer en ese error puedes, y debes, apostar por el material multimedia. “Los elementos audiovisuales ilustran y arman el proyecto, le dan entereza y captan la atención, muchas veces los mecenas los necesitan para terminar de dejar su apoyo en tu proyecto”.

Paciencia y buena letra

Las campañas que triunfan lo hacen porque están sujetas por planificaciones densas y sopesadas. El simple concepto del crowdfunding lleva a pensar que el éxito se logra en cuestión de semanas. Un error.

Preparar el lanzamiento de una campaña suele requerir un mínimo de 4 meses”, explican desde Emprendedores. “Hace falta un esfuerzo intensivo previo en lo que atañe a la comunicación, tanto en el entorno digital como en el offline”.

No hay que ignorar que el micromecenazgo no es solo financiación. También equivale a creación de comunidad, y para ello es importante saber convertir a los mecenas en una suerte de embajadores de marca.

Eso es precisamente lo que le permitió a Oculus Rift conseguir los más de 9.000 fieles que más tarde acabarían por llamar la atención de Facebook. La campaña terminó facturando 2,4 millones de dólares.

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Y tú, ¿ya has probado a ejecutar una estrategia de micromecenazgo?