Ni estrategias ni presupuestos ni productividad. En algunas ocasiones el problema de un negocio puede encontrarse en la falta de conocimientos a nivel financiero básico. Es ahí donde se encuentra el coste de oportunidad.
Muchos creen conocerlo, aunque pocos lo ponen en práctica, y aun menos lo hacen correctamente. De esta variable puede depender el éxito o el fracaso del Plan de Viabilidad que articula cualquier empresa.
Por todo ello, hoy en MÁSMÓVL Negocios recuperamos el coste de oportunidad, repasamos su papel y aportamos algunas recomendaciones de expertos al respecto.
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Desgranando el concepto
Cada decisión lleva dos costes aparejados; el asociado a la inversión necesaria para caminar hacia la dirección escogida, y el derivado de lo que "se deja de ganar" por no haber optado por la otra ruta.
Se trata de un valor que no aparece reflejado en las cuentas de la empresa, y que se mueve siempre en el marco potencial. Es decir, que el gestor nunca verá números rojos derivados de este.
Ahora bien, aunque el coste de oportunidad sea uno de los conceptos más intangibles manejados en contabilidad, lo cierto es que es una de las piezas más importantes en cualquier Plan de Negocio.
Es así porque cuando se dibuja una estrategia y se ponen las bases del proyecto, se lleva a cabo un análisis para tomar las mejores decisiones, y se descartan aquellas cuyos costes de oportunidad aparejados son superiores al gasto material.
Cuando el economista alemán Friedrich von Wieser ideó el término en 1914 lo hizo pensando en un mercado en el que cada vez había más posibilidades, y en el que cada decisión pesaba más y más.
El coste de oportunidad ya era entonces un valor necesario para explicar una realidad con recursos limitados y oportunidades casi ilimitadas, en el que los agentes se comportaban de forma racional, buscando siempre la mayor rentabilidad.
Una fórmula sencilla para calcular el coste de oportunidad
Aunque para hacer una estimación real en cada caso es necesario conocer el contexto y los objetivos del inversor, de la empresa o del emprendedor, existe una fórmula sencilla que permite aproximarse a la respuesta deseada:
Ingresos totales – beneficio económico = coste de oportunidad
Este valor, por tanto, solo puede existir cuando hay recursos limitados. Por eso el coste de oportunidad no suele tener importancia fuera del mundo financiero o político.
Claro que, no hay que pensar en el coste de oportunidad como simplemente una cantidad con determinados ceros. Pues este puede ser un objeto, un servicio o cualquier otro concepto "dejado de ganar".
Para entenderlo mejor exponemos un sencillo ejemplo:
Un emprendedor ha logrado reunir con otros dos amigos 30.000 euros, y está contemplando invertirlo en un nuevo negocio. Pero no tiene claro qué decisión tomar.
- Adquirir una tienda de vinos desembolsando 12.000 euros. El negocio posee participaciones por valor de 6 euros/acción en Bolsa.
- Adquirir acciones de una importante distribuidora vinícola cuyos beneficios al año son de 14.000 euros, y a los dos años de 28.000 euros. Cada acción, pasados dos ejercicios vale 10 euros en Bolsa.
Con estos datos, de la primera opción se descuelgan beneficios por valor de:
10-6 x 12.000 = 48.000 euros
El coste de oportunidad, así, sería de: 48.000 – 28.000 = 20.000 euros.
Los emprendedores estarían dejando de ingresar esta cantidad al decidirse por la tienda física. Lo cual no es ni negativo ni positivo si no se compara con costes de oportunidad derivado de otros supuestos a valorar.
¿Qué pasa si es negativo?
Cuando el coste de oportunidad refleja valores negativos esto es sinónimo de la imposibilidad de ahorrar.
Es decir, que, si el tipo de interés no es aprovechado y las entradas de dinero en caja no pueden hacer frente a las cantidades estimadas, la empresa será incapaz de acumular ningún tipo de cuantía.
En otras palabras, se estará desperdiciando dinero que de otra manera permitiría aumentar la tranquilidad y garantía de decisiones futuras.
El coste de oportunidad en marketing
Los expertos en marketing dedican gran parte de su tiempo analizando el mercado e intentando averiguar cuáles son las oportunidades más interesantes a aprovechar para sus clientes.
En este ámbito, el coste de oportunidad ocupa un puesto crítico en la toma de decisiones, y permite engrasar con valor cualitativo la famosa matriz BCG, que clasifica proyectos y productos en base a expectativas.
De tal manera, al disección estratégica del perro, la vaca lechera, el interrogante y la estrella resulta mucho más sencillo.
Hay que recordar que el coste de oportunidad se mueve siempre en el campo de supuestos, y por lo tanto no ha de reflejar siempre cantidades cerradas o certeras. Teorizar lo alimenta.
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