Frente a la incertidumbre la única herramienta que tienen los inversores para capear la situación es la planificación y el estudio.
Decisiones de las instituciones financieras, una volatilidad extrema de los parqués, un crecimiento notable de los valores refugio. 2020 está siendo un año complicado para invertir, pero no del todo imposible.
Durante los últimos meses algunos fondos de inversión sí han sabido encontrar rentabilidades en los mercados. Hoy, en MÁSMÓVIL Negocios, tratamos de entender cómo, para terminar de cerrar el ejercicio.
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Valorar salir de España
El IBEX-35 no ha dejado de sufrir varapalos desde que empezó el año. Aunque en las últimas semanas se ha visto reforzado por las noticias de las vacunas, la debilidad de la economía frente a la crisis no arroja expectativas positivas para los próximos meses.
A la euforia por la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos le ha seguido un nuevo tropiezo instigado por las crecientes restricciones sanitarias y la elevada incidencia del coronavirus en todo el país.
Además, si se hace un estudio económico general de la pandemia, es fácil percatarse de que en España no hay grandes valores apoyados en los dos campos que más éxito están teniendo este año: tecnología y farmacia.
“El problema de la bolsa española es su composición, muy sesgada a bancos (que siguen bajo una gran presión de márgenes por el entorno de bajos tipos de interés), y con muy poca exposición a sectores que creemos que son los ganadores de la pandemia”.
¿Significa esto que no haya oportunidades? No, pero, tal y como explica Luis Martín-Jadraque, director del centro de inversiones en Deutsche Bank España, es más interesante apostar por la diversificación europea o internacional.
Para este analista, las mayores oportunidades dentro del ámbito nacional podrían darse en infraestructuras. Y en ese sentido hay nombres por los que apostar bajo cierta seguridad: Cellnex, Grifols, ACS o Ferrovial.
Ante todo, precaución
Atender únicamente a los verdes y los rojos ya no es una estrategia muy práctica en 2020. Y es que, ninguno de los grandes índices está respondiendo de forma directa a las previsiones económicas más inmediatas.
Por eso en Estados Unidos el S&P 500 se ha mantenido fuerte a pesar de la incertidumbre por las elecciones y el avance de la pandemia, y por eso el IBEX-35 ha podido recuperarse hasta chocar con la barrera de los 8.000 puntos.
“Los precios de las acciones ya no están principalmente relacionados con los beneficios logrados por las empresas, sino con la abundancia de liquidez y las negativas o muy bajas rentabilidades proporcionadas por la renta fija”, apunta el profesor de la UB Gonzalo Bernardos.
Esto hace aumentar el riesgo de volatilidad y deja ciegos a muchos actores que se guían por posiciones conservadoras o FOMO desmedido. Por eso se recomienda ser mucho más precavido de lo habitual.
Mirando hacia afuera
Lo que recomiendan los expertos ahora es mantener la calma y no tomar decisiones motivadas por impulsos o noticias alarmantes. Es decir, seguir invertidos, pero agudizando el criterio a la hora de seleccionar gestores.
Asumida esta mentalidad, las oportunidades varían en función de los ojos que las miren. Richard, Dunban, director de multi-asset de Aberdeen Standard Investments da su propia respuesta a Forbes.
“Todavía nos gusta la renta variable estadounidense para el largo plazo, aunque pensamos que hay más valor en otros lugares”, apunta. “Por eso, recientemente hemos añadido a nuestras carteras renta variable europea”.
Y de nuevo, “sobre todo de los sectores que se beneficien del aumento del gasto en infraestructuras”. Eso sí, “también proporcionan buenas oportunidades algunas áreas bien seleccionadas dentro de los mercados emergentes”.
Invertir en deuda
Ante la extrema volatilidad resistente incluso al programa cuantitativo del Banco Central Europeo, los analistas ven en la deuda una forma excelente de proteger apuestas y sacar algo de rentabilidad.
Para Gilles Seurat, gestor de La Française AM, la mejor elección es “la deuda subordinada financiera (AT1)”, y el “crédito corporativo (tanto de grado de inversión como high yield)”. De acuerdo con Moody’s, la tasa de impago de esta última está en el 2%, por debajo del 5% medio.
Aunque optando por este tipo de estrategias se renuncia al corto e incluso medio plazo, también se logra batir a la inflación en un año en el que las rentabilidades son mínimas. Ya se esté hablando de deuda bancaria como de deuda pública (letras del Tesoro, bonos y Obligaciones).
Claro que, con los tipos por los suelos, e incluso en valoraciones negativas, la única posición factible para invertir en deuda es poner la vista en el horizonte. Así, por ejemplo, las obligaciones a 10 años ofrecen un retorno del 0,2% y a 50 años del 1,3%.
Para extraer la máxima rentabilidad posible es recomendable operar a través de fondos de renta fija. Siempre, eso sí, “estudiando bien las distintas opciones y, sobre todo, vigilando las comisiones que aplican para que no se coman la rentabilidad”, recomienda Juan Carlos Higueras, profesor de EAE Business School.
¿Qué pasará en 2021?
La velocidad a la que se suceden las noticias hace de cualquier plazo sensato una apuesta arriesgada. Sin embargo, existen motivos para creer que en 2021 se consolidarán las previsiones alcistas.
“Ya no tenemos el riesgo de elecciones en EEUU, y sabemos que los soportes en política monetaria y fiscal van a seguir ahí, así nos lo están haciendo saber gobiernos y bancos centrales en cada una de sus comparecencias”, destaca Diego Fernández Élices, director general de inversiones de A&G.
“Sabemos que la pandemia tiene una fecha final”, añade. “En algún punto del ejercicio nos centraremos en pensar que el año que viene y el siguiente el consenso de analistas espera una subida de beneficios del 23% para 2021 y del 16% para 2022 en Estados Unidos”.
No obstante, no hay que olvidar que el futuro no está escrito, y que salir o no victorioso en uno de los momentos de mayor inestabilidad financiera de las últimas décadas depende solo de la calidad de la información con la que se cuente.
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