Obsolescencia es el término que define una situación que atraviesan la gran mayoría de los productos que salen al mercado y que se basa en una pérdida de funcionalidades y en una disminución de su rendimiento a causa del tiempo. Cuando la obsolescencia llega a su fase final, ese producto ya no se podría usar. Actualmente, la obsolescencia de muchos productos se ve acentuada por el auge de las nuevas tecnologías que provoca que experimenten un desuso continuado.

¿Qué es la obsolescencia programada?

La obsolescencia programada aplicada a un producto se basa en diseñarlo para que falle de forma prematura. No debemos confundir esté término con la depreciación. Ya que el objetivo de la obsolescencia es que, el fin de la vida útil llegue mucho antes de lo que llegaría si no que se aplicara ese mecanismo. La finalidad de la obsolescencia programada es que el consumidor tenga que sustituirlo por otro nuevo o que se vea obligado a adquirir una actualización del mismo para que continúe funcionando con normalidad.

Hace décadas que se ha descubierto que este mecanismo se aplica a un gran número de productos como los teléfonos móviles, los televisores, los electrodomésticos, los bienes inmuebles e incluso prendas de vestir. De hecho, muchos de los bienes que se encuentran en los hogares y en las oficinas han sido adquiridos bajo la influencia de la obsolescencia programada.

¿Cuáles son las ventajas y desventajas de la obsolescencia programada?

Existen dos aspectos positivos que recaen en torno a la obsolescencia programada. El primero de ellos afecta directamente a las empresas fabricantes que fomentan el consumo, y al adquirirse un mayor número de unidades de los productos que ofrecen, aumentan sus ventas, y, por lo tanto, sus beneficios. La segunda ventaja es que la inversión en I+D+i para crear nuevas actualizaciones es constante.

Pero también se pueden localizar grandes inconvenientes a la obsolescencia programada. Uno de ellos afecta directamente al medio ambiente que se ve sobreexplotado a la vez que se generan residuos de forma descontrolada. Por otro lado, los consumidores se sienten permanentemente insatisfechos con la compra realizada, y en ocasiones, optan por cambiar de marcas en lugar de seguir invirtiendo en una compañía que comercializó un producto que tuvo una vida útil excesivamente corta.