La dirección de un negocio puede abordarse desde diferentes marcos de trabajo, metodologías, modelos de gestión o corrientes teóricas que nos ayudan en todo tipo de situaciones. Hoy vamos a hablarte de la teoría de las restricciones, una forma de mirar tu negocio de forma diferente y que puede ayudarte en el día a día: descubre en qué consiste esta metodología perfecta para eliminar cuellos de botella con un ejemplo real.

Qué es la teoría de las restricciones

Cuando un emprendedor se enfrenta al crecimiento de su proyecto, tarde o temprano aparece un cuello de botella que frena el proceso, que genera retrasos, frustración y la sensación de que estás empujando un proyecto que no acaba de avanzar.

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Aquí es donde entra la teoría de las restricciones, desarrollada por Eliyahu Goldratt: una forma de mirar tu negocio con unas gafas nuevas, centradas en identificar el punto que realmente limita tu capacidad y en mejorarlo de manera estratégica.

A diferencia de otros enfoques de productividad que intentan optimizarlo todo a la vez, la teoría de restricciones parte de la base de que en cualquier sistema existe un elemento que condiciona el rendimiento global.

Da igual que optimices el resto si ese punto clave sigue atascado, ya que todo seguirá fallando. Puedes tener una estrategia brillante, un equipo comprometido y un producto espectacular: si hay un solo paso del proceso que no da más de sí, el crecimiento se frenará de forma irremediable.

Cómo aplicar esta metodología

La aplicación de la teoría de restricciones comienza con la identificación del punto crítico. Tal vez sea la velocidad con la que puedes atender clientes, la capacidad de producción, la revisión de pedidos, la edición de vídeos, la distribución o incluso tu propia disponibilidad como fundador cuando todo pasa por tus manos. Recuerda que no delegar es un error muy habitual.

La teoría de las restricciones evita que te disperses, ya que, en lugar de apagar fuegos por todas partes, concentras la energía en lo que realmente desbloquea el resto.

Una vez reconocida la restricción, el siguiente paso es explotarla, es decir, aprovecharla al máximo sin invertir todavía en grandes cambios estructurales. Por ejemplo, si el cuello de botella está en la atención al cliente, podrías reorganizar horarios, simplificar respuestas frecuentes o preparar guiones que reduzcan tiempos. A veces, solo con esta optimización inicial el rendimiento ya mejora de forma notable.

Después deberás subordinar todo lo demás a esa restricción. Esto quiere decir que las decisiones del resto del sistema deben alinearse para que la parte limitante funcione de la mejor manera posible. Por ejemplo, si sabes que tu cuello de botella es la creación de contenidos, entonces el equipo no debería generar más tareas o solicitudes de las que esa fase puede asumir, porque lo único que lograrías sería saturarlo.

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A continuación necesitas elevar la restricción, es decir, invertir en hacerla crecer: contratar a alguien más, mejorar maquinaria, automatizar un proceso, cambiar herramientas o incluso replantear toda una línea de trabajo.

Este es el punto en el que muchos emprendedores empiezan, intentando comprar soluciones antes de entender el problema. Pero según esta teoría invertir sin haber optimizado ni alineado previamente es como abrir más carriles en una carretera mientras el atasco sigue en el peaje.

Ten en cuenta que es habitual que, al solucionar un problema, aparezca otro. Esto forma parte de la teoría de las restricciones: lo importante es que sigas estas pautas para que tu proyecto avance. Recuerda que si surgen nuevos retos es porque acabas de superar otros escollos.

Desde MASMOVIL NEGOCIOS esperamos que te haya resultado útil comprender qué es la teoría de las restricciones y cómo puede ayudarte a eliminar cuellos de botella que lastren la productividad de tu negocio.

Y tú, ¿conocías la teoría de las restricciones?