Todo comunica en una empresa, desde los elementos más visibles como el naming y el logo hasta aquellos que no lo son. Cada detalle es importante. Estudiar sus características, ventajas y mensajes clave es tan relevante como conocer a la perfección la capacidad de producción o costes mensuales de un negocio.
Por ello, hoy queremos hablarte de una pieza clásica, eficaz y atemporal, la tarjea de visita. Un medio que prevalece desde el siglo XV y que ha servido como elemento característico de cualquier negocio.
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¿Por qué debemos utilizarla?
Aunque su estructura y objetivo final parecen bastante evidentes, es importante conocer su origen, así como las ocasiones en las que debemos utilizarla.
El motivo que impulsó su invención se remonta al Siglo XV. Los sirvientes de los aristócratas se encargaban de entregar las tarjetas para anunciar las respectivas visitas de sus amos, si estos recibían la respuesta, la visita quedaba aceptada. Con el paso del tiempo, su uso fue evolucionando hasta llegar a convertirse en icono de la clase media-alta. Desde entonces, su transformación ha pasado desde incluir sólo el nombre del emisor hasta innovar en su diseño y material como elemento significativo de etiqueta.
A día de hoy todas las capas sociales hacen uso de ella y ya no sirve sólo como forma de presentación, sino también como recurso para aunar en un solo elemento todas las vías de contacto de las que dispone el dueño de la misma añadiendo además del nombre, datos de contacto.
Utilizar una tarjeta de visita nos asegura realizar una presentación formal, estar presentes en la cartera del destinatario y que disponga de nuestros datos de contacto principales.
¿Cuál debe ser su tamaño y material?
Las tarjetas de visita estándar deben tener las proporciones apropiadas para adaptarse a cualquier cartera, ya que esta es el lugar donde irán a guardarse en la mayoría de las ocasiones. Las medidas más comunes son de 85,60 mm de ancho X 53,98 mm de alto. Si quieres que tu tarjeta llame la atención y ocupe un lugar diferencial, puedes ampliar o disminuir sus proporciones.
Respecto al material, debemos seleccionar aquel que no resulte demasiado endeble para asegurarnos que su duración sea la máxima posible porque queremos calidad. Una propuesta de material perfecta sería el papel couché, un tipo de cartón no poroso que aportará un brillo sutil a tu tarjeta.
Cómo diseñar la tarjeta
Ten presente los colores corporativos. Si por ejemplo tu color corporativo es el negro y el rojo, debes jugar con estos colores para que el receptor al abrir su cartera distinga fácilmente la tarjeta de tu empresa.
¿Qué información debemos añadir?
En primer lugar, y más importante, el logo de tu empresa. Se recomienda añadirlo en la parte superior izquierda de tu tarjeta conforme el orden de lectura occidental, de izquierda a derecha, en forma de zeta.
Siguiendo este orden de lectura, deberemos ordenar los datos de mayor a menor relevancia. ¿Cuál es el más importante una vez añadido el logo de la empresa? Nuestro nombre completo y cargo. Una vez puestos estos, ya podemos continuar añadiendo el número de teléfono y correo electrónico, redes sociales y dirección postal.
Con todos estos consejos, ya sólo quedaría ponerse en marcha y diseñar tu nueva tarjeta de visita para conseguir que tu empresa siempre se mantenga presente en la mente de los destinatarios que más desees.
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Y tú ¿Ya sabes cómo va a ser tu tarjeta?