A la hora de hacer una correcta gestión y análisis de cualquier empresa, es necesario conocer su salud financiera y su capacidad operativa. Para ello ciertos conceptos son básicos, como el capital circulante. Descubre qué es, cómo se calcula este valor, en qué se diferencia del capital fijo y algunos ejemplos para comprender esta definición.
¿Qué es el capital circulante?
También conocido como capital de trabajo, es la diferencia entre los activos corrientes y los pasivos corrientes de una empresa. Es decir, los recursos financieros que una empresa tiene a su disposición para sus operaciones diarias y para cubrir sus obligaciones a corto plazo.
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Por ejemplo, tenemos dinero en efectivo, cuentas pendientes por cobrar, inventario… En cambio, el capital pasivo corriente es justo lo contrario, cuentas por pagar, deudas a corto plazo y otros pasivos a corto plazo.
¿Qué diferencia hay entre capital circulante y fijo?
Es habitual confundir ambos términos, por lo que vamos a hablar de las diferencias que hay entre capital circulante y fijo. La principal diferencia radica en su liquidez y en su propósito dentro de la empresa.
Mientras que el capital circulante se refiere a los activos líquidos utilizados en las operaciones diarias, el capital fijo está compuesto por activos a largo plazo, como maquinaria, edificios y equipos, que no se convierten fácilmente en efectivo.
El capital fijo es fundamental para las operaciones a largo plazo de una empresa, mientras que el capital circulante es crucial para la gestión del día a día.
Además, hay que entender que los bienes de capital circulante no son los mismos que los bienes de capital fijo. Se cuentan como bienes de capital fijo un inmueble (ya sea una oficina, almacén…), pero al no ser un activo que se pueda convertir en un recurso financiero a corto plazo, no son bienes de capital circulante.
Ejemplos de capital circulante
Como decimos, el efectivo, inventario y otros elementos sí forman parte de los bienes de capital circulante. Estos son algunos ejemplos de capital circulante:
- Efectivo: el activo más líquido y es fundamental para las transacciones diarias.
- Cuentas por cobrar: pagos que la empresa espera recibir de sus clientes.
- Inventario: materias primas, productos en proceso y productos terminados listos para la venta.
- Valores negociables de fácil conversión en efectivo: activos en bolsa, criptomonedas…
- Anticipos salariales
- Depósitos bancarios a corto plazo
- Inversiones financieras a corto plazo
- Activos líquidos equivalentes: como certificados de depósito a corto plazo.
¿Cómo se calcula el capital circulante?
El cálculo del capital circulante es relativamente sencillo, a través de una simple fórmula. Para proceder al cálculo lo ideal es sumar todos los activos que puedas convertir en dinero circulante en menos de 12 meses. Luego se deberán restar los pasivos circulantes, o lo que es lo mismo, las deudas que debes pagar en un periodo inferior a un año.
- Capital circulante = activos corrientes - pasivos corrientes
En el caso de que el resultado sea negativo, hay un peligro de quiebra, por lo que tendrás que recortar determinados gastos. En el caso de que el balance sea positivo, podrás tomar decisiones con más tranquilidad.
Para que lo entiendas mejor, veamos un ejemplo muy sencillo. Supongamos que una empresa tiene los siguientes activos y pasivos corrientes. Para ello, ha tenido en cuenta su inventario que puede vender en un año, dinero en efecto, acciones y otros valores que pueden transformarse en dinero en poco tiempo y demás.
- Activos corrientes: 150 000 €
- Pasivos corrientes: 100 000 €
Por lo tanto, su capital circulante sería: 150 000 € - 100 000 € = 50 000 €.
Desde MÁSMÓVIL Negocios esperamos haberte ayudado a entender qué es el capital circulante y su importancia a la hora de entender la salud financiera de una empresa o negocio.