El mundo empresarial no deja de cambiar fruto, entre otras cosas, del propio cambio producido entre las personas y las máquinas. Es tarea de los profesionales mostrarse sensibles al giro de los acontecimientos y, en la medida de lo posible, prever cuáles serán sus efectos para actuar en consecuencia, porque ya estamos viviendo una nueva revolución industrial y debemos adaptarnos a ella.
Muchos de los efectos visuales que llevamos viendo desde finales del siglo XX en las películas de ciencia ficción pueden convertirse en una realidad en las próximas décadas. Si se materializan, se produciría un gran cambio en todos los sentidos, tanto en el social como en el tecnológico, económico o científico.
Imaginémoslo: taxis voladores, negocios de venta al público totalmente automatizados, fármacos que podrían convertirnos en profesionales más productivos, nano robots que circulan por las venas y que se encargan de eliminar todo tipo de enfermedades, coches conducidos por telepatía, la posibilidad de habitar otros planetas, clonación, etc. Estos son solo algunos de los ejemplos que pueden darse en los próximos años.
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Estamos ante el inicio de lo que será la Cuarta Revolución Industrial, la cual dará paso a la era de las máquinas y de los sistemas virtuales, transformando nuestro modo de vida y, por ende, la forma en la que se realizan los negocios o el modelo de administraciones que tenemos actualmente.
Esto ha hecho que nos preguntemos: ¿nos estaremos volviendo obsoletos los seres humanos?
Es cierto que los bots pueden resolver dudas a través de los chats, pero lo que todavía ninguna máquina puede conseguir es brindarnos ese consejo, esa seguridad o esa atención que sí que puede darnos un médico o un profesor.
En esta Cuarta Revolución Industrial la seguridad en la red deberá de ser una de las bases y, por el momento, no lo es. Internet continúa siendo un lugar inseguro en el que los ciberdelincuentes campan a sus anchas cometiendo fraudes, robos y un sinfín de delitos que amenazan la integridad (tanto física como virtual) de los usuarios.
Puede que muchos puestos de trabajo desaparezcan, pero otros aparecerán en su lugar y otros se tendrán que adaptar para suplir todas las necesidades que se demanden en ese momento.
Y es que, a pesar de lo que pueda parecer, la mayoría de nuestros trabajos no corren peligro. Es cierto que algunos procesos se automatizarán, pero las personas seguiremos siendo insustituibles en determinados ámbitos, ya que los robots no pueden emocionarse, imaginar, liderar, detectar el talento ni sentir.
¿Qué habilidades nos diferenciarán de los robots?
La creatividad
Uno de los aspectos en los que somos insustituibles es en el apartado creativo. Las máquinas pueden reproducir muy bien algunos trabajos siempre y cuando sean rutinarios, pero la creatividad está asociada a nuestra sensibilidad, algo que por el momento aún queda lejos de los robots.
La curiosidad
Tenemos que asumir que el trabajo para toda la vida ya no existe y que la formación tiene que ser continua, independientemente de si tenemos 30, 40 o 50 años. Esto hará que las personas sean las verdaderas protagonistas de esta transformación digital.
El pensamiento crítico
A las anteriores se les une nuestra capacidad de razonar y el conjunto de habilidades sociales que nos permiten interactuar no solo con los clientes y compañeros, sino con las máquinas y el entorno que nos rodea.
Si seguimos cultivando este tipo de competencias nos aseguraremos tener éxito en cualquier situación que se plantee en el futuro.
¿Qué tipo de profesionales se demandarán?
Este nuevo paradigma ha provocado que en el mundo empresarial se siga apostando por perfiles mixtos, es decir, con conocimientos técnicos y humanísticos, o perfiles profesionales en forma de T, esto es, controlar varios temas, pero ser un especialista solo en uno.
Las grandes empresas son conscientes de que solo con conocimientos técnicos no se puede triunfar en la nueva era digital y, como señala Francisco Ruiz Antón, director de Políticas Públicas de Google España, "cuestiones como la inteligencia emocional, la empatía, la comunicación, el liderazgo, el trabajo en equipo, la adaptabilidad, la creatividad o la gestión de los conflictos son hoy más determinantes en un proceso de selección que el conocimiento de una materia o tecnología específica. Porque si un candidato posee esas habilidades básicas, el resto siempre lo podrá aprender".
El devenir del mercado laboral está aún por descubrir. Puede que la combinación del factor humano con el tecnológico sea el que más garantías de éxito ofrezca, ya que el apartado tecnológico seguirá permitiéndonos desarrollar nuestras capacidades hasta límites insospechados.
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