Emprender no es solo tener una idea brillante, financiación y una estrategia adecuada para llevarla a cabo: la mentalidad también juega un factor muy importante. En este post analizaremos los riesgos de dejarse llevar por el ego y el impulso que busca tener razón, ser admirado o imponer la visión personal.

El ego en el trabajo, un mal a controlar

El ego, entendido como la imagen que tienes de ti mismo y cómo deseas que los demás te perciban, no es algo malo per se. De hecho todas las personas lo tienen, y forma parte de nuestro mecanismo de supervivencia. Bien encauzado, puede convertirse en un motor que te impulse a crecer, mejorar y liderar a equipos mejor que nunca.

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Para un emprendedor, que debe tomar decisiones constantemente y enfrentarse a numerosos desafíos, el ego puede servir de mucho: da seguridad, empuja a destacar y protege del miedo al fracaso, aumentando la resiliencia. Pero si no sabes controlarlo, acaba siendo un obstáculo más que una ayuda.

¿Cuántas veces has tomado decisiones para demostrar que tenías razón, aunque en el fondo sabías que había una opción mejor, o has rechazado una crítica constructiva porque hería tu orgullo? Es en estas situaciones donde el ego se convierte en un problema. Si sabes reconocerlo y gestionarlo podrás tomar decisiones más sensatas, rodearte de talento sin sentirte amenazado y construir relaciones sanas tanto con tu equipo como con tus clientes.

Uno de los mayores peligros del ego es que te convence de que ya lo sabes todo, de que no necesitas ayuda y de que si alguien te lleva la contraria es porque no entiende tu visión. Esta mentalidad lo único que consigue es aislarte, ya que te vuelve inflexible y reduce tu capacidad de adaptación. Y si hay algo que necesita un emprendedor es adaptarse constantemente.

El ego también interfiere de lleno en el proceso creativo. A veces creemos tanto en nuestra idea que ignoramos por completo lo que dice el mercado. Y las personas que tienen un ego muy alto son propensas en caer en falacias como la teoría del caballo muerto. Nos obsesionamos con una solución que a nosotros nos parece brillante, pero que nadie está dispuesto a pagar. Después aparecen las consecuencias: bajas ventas, frustración y una espiral de decisiones erróneas.

Cómo combatir el ego en los negocios

Ahora que ya conoces los riesgos de dejarse dominar por el ego, veamos cómo aprovechar el ego: la clave está en encontrar el equilibrio. ¿Cómo lograrlo?

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El primer paso para controlar el ego en los negocios es reconocer cuándo está actuando. Pregúntate: ¿estoy defendiendo esta idea porque es buena o porque es mía? ¿Estoy rechazando esta crítica porque no tiene sentido o porque me molesta que me corrijan?

Después, debe entrar la humildad. Rodearte de personas que sepan más que tú no te hace débil, te hace más sabio. Un buen líder no es el que tiene todas las respuestas, sino el que sabe hacerse las preguntas adecuadas y dejar espacio a los demás para aportar.

Además, es buena táctica acostumbrarte a escuchar con atención, a aceptar que puedes estar equivocado y a cambiar de opinión cuando es necesario. Esto no es señal de inseguridad, sino de madurez empresarial.

Por último no te olvides del aprendizaje constante. Si estás dispuesto a aprender, a cuestionarte y a mejorar, el ego tendrá menos oportunidades para dominarte. Leer, formarte, escuchar a otros emprendedores o incluso trabajar con un mentor te ayudará a mantener los pies en la tierra y la mente abierta.

Desde MASMOVIL NEGOCIOS esperamos haberte ayudado a comprender la importancia de controlar el ego en el mundo del emprendimiento para que tus negocios cumplan con tus objetivos.

Y tú, ¿ya sabes cómo controlar el ego en el trabajo?